Ana Margarita Mireles: "Libertad es poder ir con alegría y elegancia más allá de uno mismo"

Ana Margarita Mireles.

Ana Margarita Mireles es una poeta cubana cuyas perspectivas vitales y sintonía con el Multiverso, le confieren esa esencia rayana en la magia, característica típica de los elfos, las hadas y, por qué no decirlo, también la acerca un poco a esas brujas de los cuentos infantiles a las que temíamos, pero por quienes nos sentíamos fascinados. Desde Santa Cruz de Tenerife aterriza en la pista de Dile que pienso en Ella... esta mujer que nunca dejará de ser, una muchacha.

¿Cuál fue el detonante que te impulsó a marcharte de Cuba?

En el año 1995, ya había tocado techo en muchas aristas de mi vida en La Habana. Yo amaba la ciudad donde vivía. A pesar de los efectos del “periodo especial” y otros montajes de lo absurdo, tenía una familia, amigos estupendos, un mar, una música incansable, muchos libros, pero se había encendido en mí una necesidad de experiencias y aprendizajes con otros colores y estaciones. A lo mejor fue el gen de mi ancestro marino que se avivó en un entorno a punto de desmembrarse y del que, de pronto, me sentí internamente despegada como quien quita una pegatina de la página escrita. Pero bueno, al principio solo fue un golpe chisposo de eso que llamamos destino. Uno va entendiendo a medida que avanza.

¿Qué esperabas encontrar del “otro lado”?

Esperaba lo desconocido, “con el regusto de lo conocido”. Un mundo no del todo ajeno y pleno de nuevas oportunidades, que nos permitiera a mi hija y a mí vivir algo diferente a los deterioros de nuestro entorno, que yo percibía como amenazante para su pleno desarrollo.

Más allá del básico instinto de supervivencia, del tipo “mi cría y yo a salvo”, quería un lugar para aprender y hacer cosas nuevas, dar de mí, de mis dones y talentos, tener una vida digna y próspera, un lugar con fronteras más anchas para explorar fácilmente.

Elegí España porque estaba en las historias de mis ancestros y tenía la certeza de que, para conocerme mejor, tenía que ahondar en las raíces. España era leyenda para mí, también por su diversidad y magnificencia de culturas, literatura, pintura, música, cine, por su arquitectura, pueblos y paisajes y por su apasionante movida madrileña.

Me entusiasmaba su perspectiva. Y quería hacer muchas cosas, pero aparte de escribir siempre poesía, contar historias y encontrar un gran amor, no sabía exactamente qué. Algo excitante, seguramente.

¿Qué encontraste?

Una aventura de vida. La cría es ahora una mujer valiosa, ha hecho una carrera bella y socialmente útil, trabaja en cosas que le gustan, está muy viva y sigue expandiendo sus límites. Dos hijos más que también son luz en mi corazón y están creando con belleza su camino.

Algunos suspensos, dolores, desvaríos y pérdidas, pero es normal, quien no se equivoca no ha vivido y quien siente, hay veces que padece. Amplios espacios. El gusto de lo reconocido. Nuevos buenos amigos. El alimento de mis raíces. El gran amor que te dije.

He tenido, además, el placer de vivir y crear desde dentro una revolución fascinante: la era de la información digital. Y me encuentro yo, cada minuto que respiro. Todavía creando nuevos capítulos, que, en el fondo, yo vine a crecer y disfrutar el viaje.

¿Qué has aprendido durante el proceso?

Uno siempre es más de lo que cree al principio de una aventura. Si uno quiere una vida con sentido hay que explorar el propio potencial lo más allá posible, festejar por igual triunfos y fracasos, ponerse nuevos retos, perseverar y permitir que el proceso te expanda más allá de tu zona de confort.

En esto, España es una buena maestra, y lo digo en múltiples sentidos, porque es madre patria, maravillosa y pródiga en contrastes, donde hay mucho por hacer. Realmente, cualquier lugar bien vivido puede hacer el mismo efecto.

Somos todos responsables de la forma en que vemos la realidad, esa que aún a veces creemos que sólo nos rodea. Estamos viviendo ahora el despertar de la revolución cuántica. Nos va a cambiar a todos, es inevitable. Y puestos a creer (por aquello del gato en la caja y el experimento de la rejilla), me resulta más libre ser responsables de la realidad que estamos creando, vivir con presencia la mejor versión posible de uno mismo, hacer real la armonía que queremos vivir por propia naturaleza.

Es un trabajo personal, y a la vez, un trabajo de equipo. Un “todos o ninguno”. Empieza en cada cual. Lo demás, es espejo y escenario.

¿Qué es para ti La libertad?

Es un estado de conciencia, de atención plena donde no hay miedo. Cuando entramos en miedo se activa la ilusión de cárcel. Libertad no es algo que alguien puede darte o quitarte. Es la serenidad de elegir y actuar en observación pura, el respeto a la existencia, la noción amplia de vida, la mirada creadora sana.

Lo que se hace desde ahí es honesto y constructivo. Es respetar mi expresión única y la única de cada cual. Es el Poder de acunar luz y sombra, de hacer alquimia. Una alerta consciente ante los propios condicionamientos para difuminarlos.

Elegir mis acuerdos conmigo y con los demás. Un momento vital puede ser muy difícil, pero pase lo que pase, es fundamental mantener vivo y en acción el niño sabio que somos. El rey de la curiosidad y el entusiasmo. El que nos impulsa a abrir alas. Libertad es poder ir con alegría y elegancia más allá de uno mismo.

¿Las experiencias vividas han cambiado en ti el concepto Patria? ¿Piensas a menudo en “Ella”?

Yo creía en la patria como Martí, que fue, de lo que me enseñaron, de lo más resonante siempre. Luego he viajado todo lo posible, ha crecido mi colección de postales de la experiencia. Donde quiera que vivo, me abro a que el sitio me muestre sus tesoros, y oigo mucha música cubana, leo escritores cubanos, disfruto la pintura de cubanos, cocino a lo cubano, bailo salsa, mantengo los hilos con amigos cubanos en todas partes del planeta, y a más de dos décadas de vivir fuera, aún tengo acento.

El lugar donde nacemos nos da un molde que todos podemos convertir en propicio. Ahora Patria también soy yo, y tú. Somos Patria y Matria. Desde donde lo veo, es más grato vivir en lo sencillo: La verdadera frontera siempre es lo conocido. Afortunadamente en el cielo hay un sinfín de estrellas y hay más mundo en entrar al silencio.