Martí en el centro de una polémica por presunto plagio

Una estatua de José Martí

Mayra Beatriz Martínez y Jorge Camacho protagonizan los comunes desencuentros devenidos de eso que, paradójicamente, han dado en llamar encuentros de las dos orillas.
El libro Convivencias del viajero. Nuestra América desde los márgenes de la ensayista cubana residente en la isla, Mayra Beatriz Martínez, se encuentra en medio de una candente polémica por supuesto plagio.

Jorge Camacho, profesor de la Universidad de Carolina del Sur, Estados Unidos, afirmó que Martínez copió parte de sus ideas para un libro sobre José Martí que ganó en la Isla el Premio de Ensayo Alejo Carpentier 2011.

Por su parte, Martínez, Martínez, que trabaja en el Centro de Estudios Martianos de La Habana, dijo a Camacho en una carta publicada en Diario de Cuba. “Cree que yo sigo su 'obra' y la realidad es muy distinta: no la conozco en absoluto y, por lo que a usted respecta, solo a raíz de esta 'impugnación' es que me llegan datos de su persona".

Sin embargo Camacho asegura en una carta publica dirigida a la presunta plagiadora: Señora Mayra Beatriz Martínez, hace seis años, en el 2006, reseñé su libro Martí: Eros y mujer (revisitando el canon) (2005) y en mi reseña dije básicamente que su libro podía ser una novedad en Cuba (como lo dijo uno de sus colegas), pero que era absolutamente anacrónico en un país como los Estados Unidos, donde el tema de la mujer, según lo percibía Martí, era ya bastante conocido y hasta trillado. En aquel libro, usted no citaba a ninguno de los académicos cubano-americanos que habían escrito sobre el tema, pero me figuraba entonces que era una cuestión de acceso a la información y preferí darle el beneficio de la duda. Ahora sin embargo, veo que el caso es mucho más serio de lo que me imaginaba porque usted acaba de publicar un libro donde repite muchos conceptos e ideas que he elaborado yo durante años, y usted ni siquiera se sirve de aclarar esto en una nota.

Martínez se defiende en su misiva: "Lo primero que salta a la vista en su misiva es la descalificación prejuiciosa de mi suficiencia como investigadora, evidentemente sin estar al corriente de mis trabajos. El hecho de que usted no conociera la 'claridad' de mis ideas, no quiere decir que no existieran".

Mientras que Camacho le dice en su carta abierta: “Todo esto, déjeme decirle, lo había dicho yo antes, mucho antes que usted lo dijera en este libro premiado, y esto me extraña porque no sabía que fuera tan crítica de Martí ni tuviera ideas tan claras. ¿Cómo fue que de golpe y porrazo dio con ideas tan iconoclastas?

Si usted me permite, yo se lo voy a decir: Internet, ese monstruo que le está prohibido a la mayoría de los mortales en nuestro país, pero que usted usa y desusa libremente para hacer sus “investigaciones”. Ahora me pregunto. ¿Es acaso por falta de honradez, de incapacidad investigativa o por puro revanchismo que usted no cita ninguno de los ensayos donde yo elaboro estas ideas?”

La polémica por presunto plagio entre Camacho y Martínez viene a sumarse a los ya comunes desencuentros devenidos de eso que, paradójicamente, han dado en llamar encuentros de las dos orillas y que, más allá de la apropiación de la ideas de unos autores por otros, parece poner de manifiesto los obstáculos casi siempre insuperables en la interrelación entre una cultura libre y una de servidumbre, aún en tiempos de Internet.