Entrevista apócrifa en la prensa ecuatoriana

  • David Sosa / martinoticias.com

Rubén Darío Buitrón

Los medios ecuatorianos han guardado silencio acerca de la impostura de Rubén Darío Buitrón. El único que informó (y lo hizo de manera tendenciosa) fue el oficialista El Telégrafo.
Rubén Darío Buitrón, editor en jefe del diario ecuatoriano Expreso, fue separado de su cargo luego del escándalo desatado por la publicación de una supuesta entrevista suya con el escritor y cronista argentino Martín Caparrós, autor de libros como Velarás a tus muertos y El interior.

Buitrón se había distinguido por sus reflexiones sobre el oficio periodístico, en donde hacía hincapié en la importancia de la ética para los jóvenes comunicadores, primero desde su columna en El Comercio y después en Expreso, donde era el editor en jefe.

El asunto comenzó el domingo 17 de marzo de 2013, cuando Buitrón publicó en Expreso, lo que parecía ser una “exclusiva” con Caparrós, empleando un tono ambiguo y en el que atribuía al argentino frases que en realidad este jamás le había dicho. Con el título “Entre el Papa, los Kirschner y el ego argentino”, el periodista ecuatoriano provocó la ira de Caparrós quien, desde su Twitter comentó: “Maestro! Un ¿periodista? ecuatoriano q intentó hablar conmigo y no me encontró, igual publica su entrevista”. Más adelante alguien le pregunta si “¿de a de veras lo inventó todo?”, a lo que responde Caparrós: “Sacó algunas frases de una nota que escribí para el NY Times, otras de una entrevista radial, y otras de su imaginación calenturienta”.

Poco a poco se fue encendiendo la polémica en las redes sociales y empezaron a aparecer las críticas a Buitrón, quien mantiene posturas críticas contra el gobierno de Rafael Correa. Hasta que finalmente el diario en donde se desempeñaba decidió separarlo (silenciosamente) de sus funciones.


El tema de las imposturas en el periodismo -un oficio al que según García Márquez la ética debe acompañar lo mismo que el zumbido al moscardón- no es algo nuevo. Algunos hasta le han buscado una etiqueta: periodismo transgénico; es decir, aquél que distorsiona el oficio y modifica contenidos por medio de fuentes extrañas, amoralidad, pereza, afán de ganarle a la competencia, falta de ética y posiciones egocéntricas.

Uno de los casos más sonados de fraudes periodísticos fue el de Janet Cook, reportera del Washington Post, quien ganó en 1981 el premio Pulitzer con su reportaje “Jimmy's world”, en el que contaba la escalofriante historia de un niño que se inyecta heroína con la complacencia de su madre.

El reportaje, que tuvo portada del Washington Post en septiembre de 1980, sacudió a la sociedad americana, que buscó con indignación a la mujer que le facilitaba heroína a su propio hijo. Pero no pudo hallarla por una sencilla razón: no existía. Meses después, presionada primero por los lectores, y luego por sus editores, Cooke confesó que había inventado la historia y Jimmy no existía sino en su imaginación. Tuvo que devolver el Pulitzer.

Otro fraude: el de Jayson Blair, joven reportero del New York Times quien publicó durante siete meses, entre octubre de 2002 y abril de 2003, una serie de reportajes fechados en 20 ciudades de seis estados, a las que jamás fue a reportear: las escribió sin salir de Nueva York y algunas desde su habitación de hotel, desde el que camuflaba sus “viajes”.

En América Latina hubo un antecedente cuasi humorístico (pero igual de fraudulento), cuando el reportero colombiano Henry Holguín, recientemente fallecido, publicó en la revista Cromos la historia de la “machaca”, un bichito supuestamente oriundo de las selvas colombianas, que cuando picaba había que hacer el amor o de lo contrario la persona moría.

A mediados de los 90 las recordadas “entrevistas imaginarias” en Colombia de Yamid Amat, un periodista poco escrupuloso, provocaron encendidas discusiones, en tanto que Amat “imaginaba aquello que sus entrevistados “no podían decir”. Finalmente dejaron de publicarse.

A estos ejemplos, inscritos en la historia del antiperiodismo, se suma ahora el ecuatoriano Rubén Darío Buitrón quien hasta ahora no se ha disculpado, ni con sus lectores, ni con su gremio. Algo que en el convulsionado panorama político ecuatoriano se ha visto como un boomerang que se volverá contra la prensa local, acosada desde hace años por el gobierno de Rafael Correa.

Los medios ecuatorianos han guardado silencio acerca de la impostura de Rubén Darío Buitrón. El único que informó (y lo hizo de manera tendenciosa) fue el oficialista El Telégrafo. Sin embargo, en la página virtual de la Ciespal -Centro Internacional de Estudios Superiores de Comunicación para América Latina, con sede en Quito- hay un interesante análisis sobre lo sucedido.

En efecto, en el apartado Mediaciones (para el análisis y la lectura crítica de los medios) se preguntan: “si la la invención de noticias es acaso un género periodístico”. Y mencionan casos como los de Tomasso Debenedetti, responsable del envío de la foto falsa a el diario El País en la que supuestamente aparecía el presidente Hugo Chávez, entubado, y que propició discusiones sobre la ética periodística.

Anota Ciespal: “Sin pretender juzgar ni al periodista ni a la nota con tales calificativos, una lectura de la misma en Diario Expreso permite ver una serie de ambigüedades. Nunca se aclara si se trata de una entrevista o cualquier otro género. Simplemente se hace una introducción a la figura de Caparrós y se adjuntan imágenes que fácilmente pueden vincularse a un perfil. Y luego, entre otras ambigüedades de redacción, se nos presentan ideas del personaje acerca de la elección de Papa”.

Más abajo continúa: “Y aquí comienzan las discusiones éticas, esas que solo salen cuando las ambigüedades no dan paso a la ley, a la sanción, a la definición. Entonces tenemos que llamar a la ética para que resuelva, cuando en general solo genera más interrogantes, pero hay que proponerlos. ¿Es ético escribir con tal nivel de ambigüedad? ¿Aunque la información sea cierta, atribuible a una persona en particular, es ético hacer pasar esa información como algo que no es, en este caso algo parecido a una entrevista? ¿Incluso si no digo que se trata de una entrevista -tal vez precisamente porque sé que no es una entrevista-, es ético utilizar el formato de la entrevista para pasar una serie de informaciones obtenidas por otros medios -a los cuáles no menciono-?”.

La discusión sigue siendo la misma, la de la ética, aunque un personaje de Quino se pregunte con qué se come eso. Tal vez después de todo, Rubén Darío Buitrón sea el inventor de un nuevo género en el periodismo: la entrevista de ficción, o “sin verdad”.