El sufrimiento de las mujeres en los gulags

La escritora de origen checo, Monika Zgustova, durante la presentación hoy en Barcelona, de su última novela, "La noche de Valia".

La autora reconoce que la obra es la historia de varias mujeres que sufrieron el "peor de los infiernos".
La escritora Monika Zgustova reconstruye el sufrimiento de las mujeres en los gulags soviéticos en su última novela, "La noche de Valia", basada en la historia real de una artista rusa que al final de la Segunda Guerra Mundial fue enviada a un campo de Siberia acusada de espionaje.

La autora, de origen checo y residente en Barcelona, ha explicado hoy en rueda de prensa que el libro nació de su interés por los gulags y después de que en uno de sus viajes a Moscú pudiera conocer la peripecia de varias mujeres que sufrieron el "peor de los infiernos". Algunos de sus amigos moscovitas la pusieron en contacto con la institución no gubernamental Memorial, dedicado a la memoria histórica rusa, y allí le proporcionaron varios teléfonos de mujeres supervivientes.

La última de la lista era Valia, quien postrada actualmente en una silla de ruedas vive en la periferia de Moscú, en unas precarias condiciones, aunque con la casa "llena de cultura". Pasaron todo un día charlando, y Zgustova tuvo claro, nada más despedirse, que aquella historia merecía una novela.

En "La noche de Valia" (Destino/Proa) relata la relación amorosa que mantienen la joven Valia y el "marine" norteamericano Bill hasta que termina la Segunda Guerra Mundial.

A partir de ese momento, Bill desaparece sin dar explicaciones, y Valia, un poco más tarde, será acusada de espionaje por las autoridades soviéticas, quienes la separaron de su pequeña hija de dos años y de su madre y la confinaron en un gulag en Siberia.

Zgustova, gracias al testimonio de Valia, rememora las durísimas condiciones de vida en estos campos de castigo, en el que murieron millones de personas. Valia le contó que en los gulag "solo se puede sobrevivir si te sientes inocente". También le ayudo el poderse cuidar y limpiar a diario, sin obviar que el motor principal fue siempre "el amor y la amistad".

Por otra parte, Valia reconoció en esas conversaciones que "el humor fue otro ingrediente principal para sobrevivir. Nacía –según ha comentado hoy la escritora- de la relación con otras prisioneras, quienes inventaban historias de todo tipo".

En el gulag, donde una espina de pescado servia como pluma para escribir, pero también se convertía en unos pendientes, las mujeres reciban el mismo trato que los hombres, vigiladas a golpe de fusil y castigadas con la muerte por "dar un paso en falso".

La noche de Valia

El trabajo era durísimo, ya fuera en la construcción de edificios o de vas de ferrocarril o en el interior de una mina, donde se pasaban meses sin ver la luz solar. Sin embargo, según Zgustova, "una de las torturas más terribles era cuando les ordenaban construir una casa y al día siguiente la orden era que la volvieran a destruir para volverla a construir otra vez, y así durante jornadas".

a pesar de la dureza de la obra, la escritora afirma que se trata del libro "más esperanzador" de los que ha publicado hasta el momento, porque "hay mucha desesperación, pero al final siempre hay esperanza".

Respecto a lo que hoy siente Valia por Bill, un reputado científico en Estados Unidos, Zgustova cree que el norteamericano "es la flor de su vida, todavía no se ha marchitado".

Nacida en Praga, aunque su familia emigro a los Estados Unidos, Monika Zgustova lleva décadas establecida en España, donde ha desarrollado una carrera literaria con obras como "La mujer silenciosa" y "Jardín de invierno".