Construyendo el comunismo a la luz de una "chismosa"

En el Paseo del Prado, las únicas luces eran las de los pocos automóviles y el Hotel Sevilla

Expertos y un diario español coinciden en que, con una red eléctrica "prendida con alfileres", lo raro es que no haya más "apagonazos" en Cuba.
El diario madrileño El País dice en un editorial, a propósito del apagón que dejó a oscuras el domingo a media Cuba durante casi seis horas, que una de las reformas atascadas en la isla es la del sector energético.

Señala el matutino que si a principios de los 90, tras la caída de la URSS, los apagones eran constantes y hasta de 16 horas por falta de combustible, la posterior generosidad petrolera de Hugo Chávez no bastó para resolver de una vez el problema, pues no se acometieron las inversiones imprescindibles para rehabilitar el sistema eléctrico, "necesitado" –afirma El País--"de una renovación casi total, como todo en Cuba".

El editorial apunta que el sistema eléctrico de la isla sigue "prendido con alfileres oxidados", por lo que lo extraño es que no haya más cortes del suministro.

Esta última opinión la comparten expertos y estudiosos del devenir de la red eléctrica cubana, los que coinciden también en su apreciación de que ésta, lejos de tener una renovación y un mantenimiento sistemáticos, durante más de medio siglo apenas se ha remendado en situaciones de emergencia, y su planeamiento no ha tenido en cuenta consideraciones de vital importancia financiera y económica.

La Unión Eléctrica de Cuba sólo ha explicado que “el apagonazo” –el más general que recuerden los cubanos, y que dejó la noche cubana de Camagúey a Pinar del Río como la debe haber visto Colón a su llegada-- fue causado por la falla de una línea de transmisión entre Ciego de Avila y Santa Clara.

El ingeniero cubanoamericano Manuel Cereijo, profesor retirado de la Universidad Internacional de la Florida, ha escrito ampliamente sobre estos temas.

En un análisis de las necesidades de la infraestructura en Cuba para el momento de una transición, Cereijo señala que el sistema de transmisión y distribución de energía cubano, que consta de unos 71.000 kilómetros de líneas de diferentes voltajes, se caracteriza por grandes pérdidas, debidas a la tecnología de los soportes donde se montan los conductores, una circunstancia que es agravada por el robo de metales y partes, así como por el mínimo mantenimiento y reemplazo de accesorios y líneas.

Durante una entrevista para recabar su opinión sobre el “apagonazo”, Cereijo recordó que la última instalación significativa de líneas eléctricas nuevas en Cuba data de los años 70, y que desde entonces mayormente se han renovado sólo las afectadas por los huracanes. Agregó que ese sistema, con una media de 40 años de explotación y muy poco mantenimiento, sufre una pérdida promedio de energía, entre la planta generadora y su destino, de 20 a 25 por ciento, cuando el máximo según los estándares internacionales debería ser de un 5 por ciento.

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El ingeniero Manuel Cereijo comenta las causas del "apagonazo"


Otro problema que señala el experto es el déficit de generación acumulado con respecto al consumo, que sobrecarga a las grandes plantas existentes. Si en 1985 había en la isla 17 de estas instalaciones, en la actualidad quedan sólo siete con capacidad superior a los 50 MW (megavatios): Antonio Maceo, la antigua Renté, en Santiago de Cuba; Antonio Guiteras, de Matanzas; Lidio Ramón Pérez, de Felton, Holguín; Máximo Gómez, en Mariel; 10 de Octubre, en Nuevitas, Camagüey; Carlos Manuel de Céspedes, de Cienfuegos; y la de Santa Cruz del Norte, al este de La Habana.

Todas son termoeléctricas que trabajan a media máquina, debido a su avanzada edad --la más reciente fue construida en los años 80-- y a que sus calderas han sido afectadas por el uso del corrosivo y sulfuroso petróleo de producción nacional.

Más allá de la capacidad termoeléctrica, de unos 3.000 MW, otros 1,500 MW son suministrados por los llamados “Grupos Electrógenos” instalados en 116 de los 169 municipios de la isla durante la llamada “revolución energética” de Fidel Castro. Pero el objetivo del Grupo Electrógeno, que también funciona con diesel o gasóleo, no es remplazar a las centrales eléctricas, sino generar energía cerca del punto de la demanda para reducir al mínimo las pérdidas de transmisión.

Por último, 395 MW son aportados a la red eléctrica cubana a partir de gas natural por Energas S.A., una sociedad conjunta entre la estatal cubana Cupet y la corporación canadiense Sherritt International.

Como todo el sistema está interconectado, una falla en el circuito provoca un desequilibrio en el resto de la red generadora-transmisora, causando una especie de efecto dominó similar al que experimentaron los cubanos la noche del 9 al 10 de septiembre, explicó el ex catedrático de FIU.

El portal CaféFuerte cita a quien identifica como “un ingeniero vinculado a la Unión Nacional Eléctrica” según el cual el reciente apagón interprovincial se debió a un simple error humano. “Fue solamente un error en la operación del sistema eléctrico nacional, que lo dividió totalmente en dos, dejando solo a oriente con luz", dijo la fuente a CaféFuerte.

Entretanto, el consumo medio de energía en Cuba, un país con una cobertura eléctrica relativamente alta, es de 1.300 kilowatts por habitante, ligeramente mayor que el que se esperaría para un país con un bajo ingreso per cápita, apunta Juan Belt, otro experto que ha estudiado la situación de la electricidad en Cuba como director de la Oficina de Infraestructura e Ingeniería de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional, USAID.

Por otra parte, el consumo del sector doméstico en la isla sobrepasó por primera vez al estatal en 2010, con 52 por ciento en el área residencial y 48 por ciento en el "no residencial", que incluye a las dependencias del Estado y a empresas mixtas y entidades privadas como las iglesias y las cooperativas campesinas.

Pero una actualización del sistema que equipare la generación y la demanda requeriría inversiones multimillonarias. Cereijo ha calculado que serían necesarios 3 mil millones de dólares sólo para para que las siete termoeléctricas existentes puedan alcanzar su capacidad original y para ampliar en 500 MW la capacidad existente

Se trata de inversiones que la isla no está en condiciones de hacer por sí sola. La alternativa, atraer altos niveles de inversión extranjera directa, exigiría implementar --especialmente durante la actual crisis económica mundial-- reformas significativas diseñadas para ofrecer comodidad a los potenciales inversores, advierte Belt .

Él y Cereijo coinciden por otra parte en señalar el peligro de que la generación eléctrica predominante en Cuba se base en combustibles líquidos, que hasta ahora el gobierno ha obtenido a precios irreales, primero de la Unión Soviética y luego de Venezuela.

Esto coloca a Cuba frente al posible escenario de que un nuevo gobierno venezolano cierre la llave del suministro barato y La Habana deba despertar a los altos precios actuales de los combustibles líquidos en el mercado mundial, o volver a considerar alternativas como la Opción Cero, la camboyización del país ya barajada tras el derrumbe de la Unión Soviética.

Hablando de la Unión Soviética: me pregunto si el viejo Lenin, a quien se atribuye aquello de que “el comunismo es el poder soviético más la electrificación del país” no habría reconsiderado su “¿Qué hacer?”, aquel folleto donde defendía la posibilidad de hacer triunfar una revolución socialista dirigida por revolucionarios profesionales, si hubiera tenido que escribirlo en Cuba, al sofocante calor del trópico, sin ventilador ni agua fría, y a la luz titilante de una "chismosa".