Ilusión carnavalesca

carnavales Cuba

Bloguero cubano Alejandro Tur recorre las fiestas del carnaval de Cienfuegos y expresa el 'mal sabor' que le dejó en la boca el recién terminado festejo.
Recordar es volver a vivir, reza el viejo refrán. Tal vez es la razón por la que desde hace días me ha dado por rememorar los viejos carnavales. Claro, el deseo no surgió así no más, emergió tras asistir a una nueva edición de esta festividad celebrada del día 8 al 12 de agosto en la ciudad de Cienfuegos.

Volver la vista atrás fue en realidad un acto inconsciente de exorcismo, un intento por superar el mal sabor que me dejó en la boca el recién terminado festejo. Y es que en verdad, nada tienen que ver los carnavales de antaño con lo que experimenté el pasado fin de semana. Aquellos paseos de carrozas, aquellas congas que arrastraban un mar de pueblo tras de sí, las decenas y decenas de quioscos a lo largo de la Calzada de Dolores, del Paseo del Prado, las tarimas con conjuntos musicales de altos vuelos bifurcadas por la larga geografía de nuestro malecón, los numerosos muñecones, los siempre nítidos fuegos artificiales, todo, todo sin excepción ha sufrido una metamorfosis y se ha desnaturalizado.

Del evento me enteré días antes por la radio local. En ella los organizadores aseguraban que la fiesta complacería aún a los más exigentes. Se hablaba de ricas opciones gastronómicas y que la parte cultural estaría cubierta fundamentalmente por conjuntos locales. Confieso asistí a regañadientes, soy de los que prefieren la tranquilidad del hogar a los tumultos, sin embargo mi labor periodística me imponía estar presente, palpar, degustar, respirar, el ambiente del carnaval.

La primera sensación que recibí una vez en el lugar era la de hallarme en un cine viendo una película de zombis. La gente caminando de un lado a otro sin expresividad en los rostros, las sonrisas y la alegría parecían haber sido desterradas. Todo el carnaval fue ejecutado en el área conocida como la plaza de actos, en un área aproximada de 800 metros de largo por 200 de ancho; imaginen, la provincia de Cienfuegos tiene algo más de 400 mil habitantes. Sin embargo, por esas paradojas de la vida, a pesar del estrecho cerco planificado con alevosía para tabular la multitud, a excepción de la zona Sur donde se ubicaba la única tribuna con orquesta, el resto de la plazoleta nunca llegó a tener una masa compacta.

Y es que las personas prefirieron quedarse en casa. Evadir la cerveza a granel avinagrada o aguada de los termos pertenecientes a la Empresa de Comercio, la mala elaboración en los alimentos cocidos a la intemperie, con grasas refritas cien veces y arroces a medio hacer. Para que molestarse si los juegos de pirotecnia era un desastre. Los voladores vencidos por el tiempo casi se negaban a ascender en el oscuro cielo y coronar nuestras cabezas con multicolores luces.

La comparsa sonaba a lo lejos, inalcanzable, apenas perceptible, tocando para unos guaracheros que bailaban frente a mí y que nada me transmitían. Parecía un producto enlatado, algo artificial a lo que le mutilaron el espíritu. Y luego tenemos las carrozas, esas carretas forradas con papel de brillo tiradas por tractor. Eso sí, muy a tono con los tiempos que corren. Pobre la iluminación apenas tenían bombillos- pobre el adorno jamás vi algo tan huérfano de decorados, pobre el espectáculo bailable y musical.

Luego de dos horas de estar allí, me alisté para marcharme, cuando un hecho inusitado compensaría tanta resaca emocional, sucedió algo que me devolvió la alegría. Era domingo 12 de agosto, habían llegado las 12 de la noche, un apologista del ex gobernante Fidel Castro subió a la plataforma donde tocaría una famosa orquesta y tras recordarle a los presentes que ya era 13 de agosto y Castro cumplía 86 años, comenzó a dar vítores. El silencio fue supremo, nadie replicó las alabanzas del adulador. Es la primera vez que recuerde que pase algo parecido.

A la casa me fui triste pero esperanzado. Es verdad que nos hemos quedado sin carnavales, más una ilusión me nació aquella noche.

Publicado en el blog elelefante insumiso