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Los cubanos y la lección de Myanmar


Si a los exiliados de Myanmar, ciudadanos democráticos a quienes una feroz junta militar les obligó a huir de sus tierras durante décadas, les hubieran contado años atrás que en el 2012 serían poco menos que extraños para la situación concreta de su país, con toda seguridad no lo habrían creído.

<p> Si una perturbadora frase de Milan Kundera afirma que el hombre jam&aacute;s podr&aacute; saber c&oacute;mo actuar ante cada reto diario, porque la vida es una actuaci&oacute;n sin ensayo, un cuadro sin borrador, un juego sin entrenamiento, tambi&eacute;n es cierto que existe un m&eacute;todo generalmente &uacute;til para intentar adelantarnos a los acontecimientos, como quirom&aacute;nticos que husmean el futuro en las palmas de las manos.</p> <p> Este es: estar atentos a la historia. No la Historia con may&uacute;sculas que aprendemos en los libros de escuela: la historia que transcurre en este segundo a nuestro alrededor y de la que formamos indivisible parte.</p> <p> Cabe decir que para todos los cubanos, y en particular para los millones desperdigados por los cuatro costados del mundo, se trata de un m&eacute;todo altamente recomendable por estos tiempos. Veamos.</p> <p> Si a los exiliados de Myanmar, ciudadanos democr&aacute;ticos a quienes una feroz junta militar les oblig&oacute; a huir de sus tierras durante d&eacute;cadas, les hubieran contado a&ntilde;os atr&aacute;s que en el 2012 ser&iacute;an poco menos que extra&ntilde;os para la situaci&oacute;n concreta de su pa&iacute;s, con toda seguridad no lo habr&iacute;an cre&iacute;do.</p> <p> Los activistas birmanos fundaron cientos de organizaciones en el exilio, grupos que fungieron, sobre todo a partir de los a&ntilde;os &acute;90, como &uacute;nicas fuentes de informaci&oacute;n sobre un pa&iacute;s donde la entrada y salida de observadores o periodistas resultaba imposible.</p> <p> Solo en Tailandia los exiliados de Myanmar crearon 200 asociaciones de denuncia y lucha pol&iacute;tica que recibieron cuantiosos fondos y ayuda de la comunidad internacional. Eran respetados, eran escuchados en sus reclamos de cambios para una Patria amordazada y reprimida.</p> <p> Sin embargo, acontecimientos inesperados voltearon el tablero de ajedrez, cambiaron la disposici&oacute;n de las piezas. Algunas quedaron incluso fuera. Y esas resultaron ser ni m&aacute;s ni menos que las que hab&iacute;an jugado hist&oacute;ricamente los roles m&aacute;s duros.</p> <p> Disuelta en marzo del 2011 la junta militar que rigi&oacute; los destinos de la naci&oacute;n budista desde 1962, convocadas elecciones libres, liberados los cientos de prisioneros de conciencia que se pudr&iacute;an en mazmorras heladas (como el comediante U Maung Thura, condenado en 2008 a 45 a&ntilde;os de prisi&oacute;n por criticar la gesti&oacute;n gubernamental durante el paso del terrible cicl&oacute;n Nargis) o sufr&iacute;an la prisi&oacute;n domiciliaria (como la c&eacute;lebre Aung San Suu Kyi, ganadora del Premio Nobel de la Paz), cada d&iacute;a se les dificulta m&aacute;s a los exiliados birmanos sostener posturas de enfrentamiento con una dictadura diluida en los tiempos modernos.</p> <p> O por lo menos, hacerlo sin parecer rebeldes sin causa.</p> <p> Seg&uacute;n el New York Times, organizaciones como la Vahu Development Insitute, fundada en 1980 por estudiantes de Myanmar exiliados en Tailandia, de repente se han quedado sin auspicio, sin apoyo financiero ni pol&iacute;tico, por una raz&oacute;n elemental: las ONGs que antes sustentaban sus labores creen ahora que si los activistas pretenden seguir imprimiendo pancartas con la Aung San Suu Kyi ya liberada y postulada para el Parlamento birmano, reclamando elecciones libres que ya han sido convocadas, deber&aacute;n hacerlo por su cuenta.</p> <p> Algunos han regresado al Myanmar cambiante. La inmensa mayor&iacute;a no. Arraigados a sus vidas de desterrados, construyeron sus familias, sus negocios, sus doctrinas pol&iacute;ticas, sobre una base que de repente se ha empezado a desmoronar: el enemigo no se ha evaporado totalmente, pero casi. Myanmar cambi&oacute; ante sus ojos, y ellos est&aacute;n fuera del juego.</p> <p> Con sus amores mal curados, con sus nostalgias a flor de piel, no perciben que pasaron a ser luchadores anacr&oacute;nicos ante una realidad que de tanto buscarla, de tanto so&ntilde;arla, de tanto pelear por ella, termin&oacute; complaci&eacute;ndoles. El drama es que ahora no terminan de notarlo, y no han sido capaces de adaptarse a las nuevas circunstancias.</p> <p> No creo que exista ejemplo m&aacute;s sugerente y aleccionador para nosotros, cubanos de la di&aacute;spora, que este l&oacute;gico rumbo que tom&oacute; un pa&iacute;s donde hasta el 2007 los monjes -&iquest;se puede imaginar uno algo m&aacute;s pac&iacute;fico que un monje budista?- eran reprimidos a balazos en sus marchas de oposici&oacute;n.</p> <p> Comparar el perezoso movimiento de la junta militar que dirige a Cuba con el proceso implementado en Myanmar, ser&iacute;a apresurado e inexacto. Pero desconocer que un viaje de mil millas comienza siempre con el primer paso, es cometer el error del que nos alerta este ejemplo de la naci&oacute;n budista: cerrar los ojos y amoldarnos a posturas inamovibles. No estar atentos.</p> <p> El gobierno de Ra&uacute;l Castro no ha generado ning&uacute;n cambio pol&iacute;tico de verdadero peso. Pero no admitir que en los &uacute;ltimos cuatro a&ntilde;os la sociedad cubana ha experimentado m&aacute;s variaciones que en las &uacute;ltimas dos d&eacute;cadas de mandato fidelista, ser&iacute;a ingenuo y da&ntilde;ino para estrategias ganadoras.</p> <p> Por m&aacute;s epid&eacute;rmicos e insuficientes, por m&aacute;s elementales que asumamos esos cambios, sobre todo desde una espera de m&aacute;s de cinco d&eacute;cadas, negar su existencia no le perjudica al gobierno de La Habana, ni les hace a los exiliados democr&aacute;ticos favor alguno. M&aacute;s bien, es el comienzo de ese p&eacute;rfido camino hacia la desconexi&oacute;n que sufren hoy muchos exiliados birmanos.</p> <p> El &eacute;xito contra un enemigo atrincherado al que las t&eacute;cnicas de asedio no le han hecho demasiado da&ntilde;o, radica en aprovechar sus t&iacute;midas, temblorosas, cautas, cobardes, a veces imperceptibles maniobras de rendici&oacute;n.</p> <p> Yo no podr&iacute;a afirmar que la excarcelaci&oacute;n de los 75 prisioneros de la Primavera Negra, el respeto a las libertades religiosas (que reconoci&oacute; incluso la Secretaria de Estado Hillary Clinton en 2010), la compraventa de casas y carros, o la implementaci&oacute;n de l&iacute;neas de cr&eacute;dito para sustentar los negocios de los emprendedores, son las trompetas que anuncian el cataclismo. Pero tomadas todas en conjunto, miradas bajo un prisma objetivo, solo pueden apuntar hacia cambios de supervivencia que si los millones de cubanos exiliados saben aprovechar, podr&iacute;a implicar mucho m&aacute;s que esto.</p> <p> Que medio siglo de posiciones antag&oacute;nicas no nos dejen al margen de una realidad cubana que es inevitablemente dial&eacute;ctica, y que en este segundo podr&iacute;a estar viviendo sus d&iacute;as de estertor bajo una atm&oacute;sfera de enga&ntilde;osa pasividad. As&iacute; ha sido siempre. As&iacute; ser&aacute;. Minutos antes de colapsar todos los edificios se tienen orgullosamente en pie.</p> <p> Quienes han destinado sus existencias en cuerpo y alma al reclamo de una Patria &ldquo;Con Todos y Para el Bien de Todos&rdquo; desde un exilio nunca deseado, tienen esta vez un reto de inteligencia milim&eacute;trica, de c&aacute;lculo preciosista: no permitir que la democratizaci&oacute;n de Cuba empiece con ellos fuera del juego. Myanmar nos deja su lecci&oacute;n al alcance de la mano.</p>
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