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Empresarios cubanos exiliados van a La Habana por su caballo


Edición anterior de la subasta de caballos en La Habana.
Edición anterior de la subasta de caballos en La Habana.

El Remate Élite Habana atrajo este año a empresarios cubanos exiliados mucho más interesados en mostrar su modo de vida que su estrenada pasión caballista.

El caballo, como el idioma y la guitarra, llegó a Cuba vía España y hoy todos ellos forman parte de la cultura nacional. Es imposible olvidar el papel de este animal en la literatura cubana, la música y la economía. Es injusto hablar de historia sin mencionar más de una vez a la caballería mambisa.

Sin embargo, también la Revolución marcó un antes y un después en el desarrollo de la masa equina. Poco después de 1959, Insidioso (el caballo blanco de Fidel), Azabache (el caballo negro del mismo dueño) y otros bellos ejemplares, independientemente de su color, fueron enviados a la recría de Managua, ubicada en la periferia habanera, al costado de la homónima base de tanques, porque sobre sus lomos guardaron el simbólico sudor de las nalgas de sus dueños y, por lo tanto, tenían que ser protegidos con el rigor con que se guarda el patrimonio nacional.

Pero, como ya sabemos, el patrimonio sufrió. Insidioso murió de un infarto y Azabache (por hermoso o por negro) consiguió estampar su imagen en una fotografía que, como mayordomo de entrada, brinda la bienvenida a generales y turistas que visitan la mencionada recría.

Fue, entonces, cuando el jefe histórico, estético e histérico de la revolución, entristecido por la pérdida de su corcel, ordenó importar 12 diferentes razas de caballos para seleccionar a su Bucéfalo, fomentar la reproducción equina, exportarla al más allá, como animal o como semen, y cruzarlo con las criollas.

Resultado: La masa equina ascendió y hoy cuenta con más de 300.000 ejemplares repartidos en varias fincas, las más, administradas por la empresa estatal Flora y Fauna (dirigida por el comandante de la revolución Guillermo García Frías), y las menos, por hacendados cubanos como el caso de la finca El Alcázar, ubicada en Contramaestre, Santiago de Cuba, propiedad de la señora María Antonia Puyol Bravo (La Doña).

La masa caballar de exportación se encuentra distribuida de la siguiente manera. En El Alcázar, los pura sangre españoles; en Escaleras de Jaruco (provincia de Mayabeque) también pura sangre españoles; en la finca Belén (de Camagüey), Morgan, raza americana; en Rancho San Vicente (a 20 kilómetros al sur de la ciudad de Camagüey), los pura sangre árabes; en Guatabita (Matanzas) los pinto criollos; en Escambray (el Escambray), los appaloosas; y en Rancho Azucarero (Artemisa), los de salto y paso fino, importados desde Holanda en el año 2005, son subastados en el Club Ecuestre del picadero del parque Lenin durante el Remate Élite Habana que cada año tiene lugar en la capital de los cubanos.

Algunos hablan de una ruta de dinero turbio escondido detrás de esta subasta, pero no lo han podido probar, mucho menos auditar. El problema de Cuba no es la corrupción, sino la impunidad de ciertos corruptos y, como es normal, hasta ese nivel no llega el alfiler justiciero de la contralora nacional.

Lo cierto es que cada enero asisten más extranjeros a la cita que, este año, también atrajo la presencia de empresarios cubanos exiliados, mucho más interesados en mostrar su modo de vida que su estrenada pasión caballista.

No soy quién para juzgar, entiendo que –como decía mi abuela– "las crisis son buenos momentos para grandes oportunidades", y estos compatriotas viajaron a Cuba para defender, de esa forma, el derecho de cada cubano a tener su propio caballo.

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    Juan Juan Almeida

    Licenciado en Ciencias Penales. Analista, escritor. Fue premiado en un concurso de cuentos cortos en Argentina. En el año 2009 publica “Memorias de un guerrillero desconocido cubano”, novela testimonio donde satiriza  la decadencia de la élite del poder en Cuba.

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