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CELAC: Declaración de La Habana y el Libro tibetano de los muertos


Militares cubanos se toman un descanso en el aeropuerto José Martí en La Habana (Cuba), donde reciben a los asistentes a la CELAC.
Militares cubanos se toman un descanso en el aeropuerto José Martí en La Habana (Cuba), donde reciben a los asistentes a la CELAC.

La Declaración de La Habana se perfila como un documento enigmático y manipulador, más que el famoso Bardo Thodol (Libro tibetano de los muertos), porque en él designan zona de paz a una región del planeta en la que falta libertad.

Sin dudas, la presidencia pro témpore de la mayor de las Antillas en la CELAC, ha sido significativa para alcanzar propósitos influyentes, a beneficio de Cuba, que van mucho más allá del ámbito comercial y diplomático.

Ni el mismísimo canciller cubano Bruno Rodriguez Parrilla podría aceptar más que creer que esta alianza de Estados Latinoamericanos y Caribeños, represente las aspiraciones comunes de una región.

Lo curioso es que en ella confluyen hombres serios gestores de la política regional, afamados folkloristas en el arte de la politiquería, gurúes psicodélicos, dictadores travestidos en demócratas y favoritos coléricos, una rara amalgama.

Durante el fin de semana, los vicecancilleres de cada país, trabajaron, o hicieron el paripé, de consensuar los documentos que se aprobarán en la cumbre, entre ellos la Declaración de La Habana y el plan de acción del organismo para 2014. Para hoy día lunes, ser discutido por los cancilleres y luego pasar a la firma de los distintos Jefes de Estado y Gobierno que como buenos bailadores ya van llegando a La Habana. Y como valor agregado, entre otras cosas, mostrar apoyo a un gobierno que dice estar en franco período de cambio. Para ser más exactos, “transformación de su modelo económico”.

Un documento que – según ya nos adelantó el señor Abelardo Moreno, que esta vez funge como Coordinador Nacional por la parte cubana y viceministro de Relaciones Exteriores, – se perfila enigmático y manipulador, más que el famoso Bardo Thodol (Libro tibetano de los muertos), porque en él designan zona de paz a una región del planeta en la que falta libertad.

Aunque bueno, teniendo en cuenta que esta Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) no es más que un grupo estratégico creado en medio de un ambiente internacional cambiante, el dictamen es bastante predecible.

El documento final, tras un acto ceremonial, acordará además establecer un foro de Cooperación China-CELAC que servirá para fortalecer e institucionalizar las relaciones entre el país asiatico y esta suerte de estructura icónica formada por las diferentes naciones de un bloque que para demostrar una monolítica unidad como interlocutor estratégico zonal, invitan a la reunión, al Secretario General de la OEA y al Secretario General de las Naciones Unidas.

¿Casualidad? No, el gobierno de la isla tiene magistral talento para hacernos llegar su mensaje con absoluta sutileza y total indignidad. Cualquiera que tenga cerebro y lóbulo frontal, será capaz de recordar que el presidente panameño, don Ricardo Martinelli, anunció publicamente que no asistiría a la Cumbre de CELAC en La Habana para manifestar así su molestia con el gobierno por el manejo dado al tema del buque norcoreano Chong Cho Gang, detenido en Pánama, transportando armamento cubano sin declarar hacia Corea del Norte, violando con ello una resolución de embargo establecida precisamente por la ONU.

Ahora, ¿les suena el nombre Ban Ki-moon? Claro. Justo, aquí viene al dedillo un excelente consejo que de niño me enseñó mi abuela “Las trufas pueden hacer que un plato ordinario se convierta en delicia culinaria”.
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    Juan Juan Almeida

    Licenciado en Ciencias Penales. Analista, escritor. Fue premiado en un concurso de cuentos cortos en Argentina. En el año 2009 publica “Memorias de un guerrillero desconocido cubano”, novela testimonio donde satiriza  la decadencia de la élite del poder en Cuba.

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