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Navidades por cuenta propia


Arbol navideño en el Hotel Melía Cohiba de La Habana
Arbol navideño en el Hotel Melía Cohiba de La Habana

Estas Navidades, los trabajadores por cuentapropia han hecho suyos los festejos de fin de año.

Árboles pequeñitos de plástico asoman por aquí y por allá, con guirnaldas guardadas de otros años y una estrella de alambre en la punta. Coníferas soberbias y repletas de detalles colocadas en el lobby de algún gran hotel o en la sala de las residencias de Miramar. Luces, colores, melodías que comienzan –una y otra vez- nada más terminarse. En una calle de Nuevo Vedado, los vecinos compiten a ver quién pone los adornos más llamativos sobre la balaustrada de sus balcones o en los setos del jardín. Pero también casas y casas, miles de ellas, sin un solo detalle que refiera a las fiestas de este diciembre. Quizás por ateísmo, por falta de recursos o por simple apatía para celebrar. ¿Celebrar qué? dirían muchos de ellos si se les preguntara.

Estas Navidades, los trabajadores por cuentapropia han hecho suyos los festejos de fin de año. En los timbiriches de comida, en las salas diminutas donde se venden baratijas y en los restaurantes particulares de La Habana, hay una intención de engalanar los espacios con imágenes de Santa Claus, bolas de cristal y lucecitas titilantes. Explosión de colores y villancicos que en el sector privado de los servicios marca una gran diferencia con su contraparte estatal. Como si el exceso de detalles y ornamentación fuera otra manera de distanciarse de la despersonalización de muchos sitios regentados por ministerios o instituciones. Estos excesos visuales de hoy muy probablemente son la respuesta popular a todas aquellas Nochebuenas en voz baja o totalmente pasadas por alto, en las que tener un árbol con un Nacimiento constituía una evidencia de “desviaciones ideológicas”.

También queda el recuerdo de una circular, adjudicada al hoy vicepresidente José Ramón Machado Ventura, que prohibía los árboles de Navidad en sitios públicos. Intento fallido de seguir regulando hasta la forma en que nos despedíamos del año y que –por suerte- no pudo sostenerse por mucho tiempo. Aquellos excesos de proscripciones y falsa austeridad han derivado en la exuberancia actual. Muchos quieren tener la imagen de la Virgen y el bebé en las salas de sus casas, aunque no sepan siquiera si poner heno o nieve a los pies del pesebre. Por todos lados hay florones de rojo encendido, luces que parpadean y rostros regordetes rematados por un sombrero puntiagudo. Tantos diciembres entre los vaivenes del “no se puede” o el “sí se puede” han alimentado este furor navideño. Ahora pocos quieren dejar las guirnaldas guardadas en sus cajas o la estrella de alambre, con sus cinco puntas, en alguna gaveta.

Publicado en el blog Generación Y el 17 de diciembre del 2012
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    Yoani Sánchez

    Licenciada en Filología. Reside en La Habana y combina su pasión por la informática con su trabajo en el Portal Desde Cuba. Sánchez ganó en el 2008 el premio de Periodismo Ortega y Gasset en la categoría de trabajo digital. Fue seleccionada por la revista Time entre las 100 personas más influyentes del mundo en la categoría “Héroes y pioneros” y su blog estuvo entre los 25 mejores del mundo, en una selección hecha por esa misma revista junto a la CNN. Fue premio del jurado en el concurso español Bitácoras.com y ganadora en los premios The BOBs, que incluyen a más de 12 mil participantes de todo el mundo. Estuvo en la lista de los 100 hispanoamericanos más notables del año que cada año confecciona la revista semanal del periódico El País y en la lista de los 10 intelectuales más importantes de la revista Foreign Policy y Gato Pardo.
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