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Peligran usuarios de gimnasios privados en Cuba


La Habana se ha llenado de gimnasios privados, pero algunos ni siquiera tienen instructores (E.Aquino)
La Habana se ha llenado de gimnasios privados, pero algunos ni siquiera tienen instructores (E.Aquino)

Con gran demanda en la isla, suelen ser escenario de lesiones debidas a indicaciones erróneas de los instructores, o a no poder pagar por su supervisión.

Lesiones y más lesiones ocurren en la actualidad en los gimnasios particulares que crecen como la hierba mala. Las principales articulaciones del cuerpo como las rodillas, tobillos y hombros no escapan de los malos entrenamientos o las indicaciones erróneas de los instructores de los gimnasios privados.

Los gimnasios particulares en la Isla tienen gran demanda en la sociedad. Con una asistencia mayormente de la juventud inexperta, son cantera de lesiones que llegan en algunos casos al daño permanente de la columna vertebral.

Cientos de cubanos y cubanas empeñados en mejorar su apariencia asisten a los gimnasios particulares (E. Aquino).
Cientos de cubanos y cubanas empeñados en mejorar su apariencia asisten a los gimnasios particulares (E. Aquino).

Según cuenta Ibis Ramírez, de 26 años, una practicante, tuvo que parar casi un año tras dañarse la rodilla derecha realizando un ejercicio de gran riesgo como las cuclillas con peso (squat).

“Realizaba el ejercicio hasta el fondo, y debido al traumatismo que reciben las rodillas me dañé el ligamento. Hoy este ejercicio no está en mi entrenamiento, algo que lamento, es uno de los mejores, pero el entrenador del gimnasio donde estaba me enseñó a hacerlo incorrectamente, hasta abajo”.

Otro atleta lastimado por haber sido mal guiado es Alejandro González, de 32 años, que dice, “Me lesioné a los 28 años la espalda baja y me cuesta trabajo realizar ejercicios que impliquen esfuerzo en esa zona. Aunque sea mínimo el esfuerzo, al otro día comienzo con crisis en la región sacro-lumbar”.

En La Habana la asistencia a gimnasios privados supera como promedio los 80 atletas diarios. Las instalaciones pueden calcularse entre 4 y 6 por reparto, y unas 30 por municipio.

En una comprobación realizada en dos gimnasios pertenecientes a los municipios capitalinos Arroyo Naranjo y 10 de octubre se pudo verificar que, de los 342 atletas inscritos, 279 habían estado o estaban lesionados. Esto representa el 81,5 por ciento de lesionados entre los asistentes.

La cantidad se desglosa en: 72 con lesiones agudas, de ellas 26 en los hombros, 23 en las rodillas y 21 en la espalda baja. Otros 207 habían sufrido lesiones leves: 59 en los hombros, 65 en las rodillas, 53 en la espalda baja y los 32 restantes, en las muñecas y los codos.

Juan Manuel, de 49 años, instructor de un gimnasio del Instituto Nacional de Deportes Educación Física y Recreación (INDER) llama la atención sobre los ejercicios de mayor peligro que necesitan ser supervisados. “El squat, el peso muerto, el press de banco, acostado, el press sentado posterior y anterior y el remo con barra inclinado a 45 grados. Estos son los que provocan con mayor facilidad lesiones en la espalda baja, hombros y rodillas”.

Juan Manuel asegura que el INDER está dispuesto a superar a los instructores de los gimnasios privados. Él y otros compañeros tuvieron una reunión hace ya más de 6 meses donde se habló de la superación de entrenadores que no han tenido una preparación metodológica o pasado algún curso o post grado.

“Solo tenemos un pequeño problema: los dueños de gimnasios no han apoyado la ayuda que le ofrece el sector que rige todo en cuanto a deportes o recreación se refiere”, termina diciendo molesto Juan Manuel.

En otro recorrido realizado por los gimnasios de la capital, la mayoría de los instructores eran aficionados y culturistas cubanos. Los licenciados en Cultura Física son la minoría.

De 15 gimnasios visitados, siete tienen instructores aficionados; cuatro, entrenadores fisiculturistas activos; dos, instructores licenciados en Cultura Física; y en los dos restantes no hay instructores.

Tener entrenadores capacitados disminuye el riesgo, pero las indisciplinas de los practicantes también coadyuvan al aumento de las lesiones.

En La Habana han florecido los gimnasios particulares, y hoy hay un promedio de 30 en cada municipio.
En La Habana han florecido los gimnasios particulares, y hoy hay un promedio de 30 en cada municipio.

Richar Mendoza, de 45 años, entrenador, explica que muchos vienen a probar fuerza con sus compañeros. “Uno les advierte del peligro de someter las articulaciones a grandes cargas sin que éstas estén preparadas para la actividad. Escuchan, pero siguen cometiendo este tipo de errores”, Señala Mendoza.

Cuenta que “hace un mes había un grupo de 6 muchachos que venían a hacer pesas, y por no escuchar hoy solo están asistiendo 4; los dos ausentes se lastimaron los hombros en el press en banco plano”.

No todos los pesistas constructivistas tienen derecho a contar con un guía en el gimnasio.

Para tener un entrenamiento supervisado por el instructor, hay que pagar una cuota extra de 50 a 100 pesos cubanos (CUP), todo depende del gimnasio al que se asista. La media del costo de los gimnasios está sobre los 140 CUP. Con un entrenamiento guiado seria de 190 a 250 CUP, el salario mínimo en la Isla.

Maikel Álvarez, de 29 años, practicante, explica que debido a su salario no puede darse el lujo de un entrenamiento dirigido. “He aprendido lo que sé mirando y preguntando, aunque me falta mucho por aprender, y a veces no hago un ejercicio si no sé cómo se realiza”, concluye Álvarez.

Pero Alexis Cabreras, de 37 años e instructor de un gimnasio privado, aclara: “A los que asisten a los gimnasios y solo pagan para hacer ejercicios también en algún momento se les aclara alguna duda y se les corrige el error".

“Es verdad que no se puede abarcar todo y en ocasiones estamos ocupados con quien ha pagado por ser atendido personalmente”, finalizó Cabreras.

La actual furia por tener un cuerpo bello aumenta el peligro para los practicantes más inquietos, entre la obsesión por ganar dinero de los dueños de los gimnasios particulares, la poca supervisión de la calidad de los instructores, y la carencia de una norma para evaluar a quienes están entrenando hoy a la población.

Así, se seguirán cometiendo errores, cuyas consecuencias pueden ser desde una breve rehabilitación hasta una inesperada visita al quirófano.

(Publicado originalmente en el portal Cuba Prensa Libre el 04/11/2014)

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