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Estados Unidos

El discurso inaugural de Barack Obama

Barack Obama saluda a la multitud luego de pronunciar su discurso inaugural
Barack Obama saluda a la multitud luego de pronunciar su discurso inaugural

A continuación reproducimos íntegramente el texto en español del discurso pronunciado por el presidente Barack Obama durante el acto de juramentación de su segundo mandato.

Cada vez que nos reunimos para tomar posesión de la presidencia, somos testigos de la fuerza perseverante de nuestra Constitución. Afirmamos la promesa de nuestra democracia. Recordamos que lo que une a esta nación no son los colores de nuestra piel o los principios de nuestra fe o el origen de nuestros nombres. Lo que nos hace excepcionales –lo que nos hace estadounidenses—es nuestro compromiso con una idea, articulada en la declaración hecha hace dos siglos:

“Sostenemos estas verdades para que sean evidentes por sí solas, que todos los hombres son creados iguales, que son bendecidos por el Creador con ciertos derechos inalienables, que entre esos están la Vida, la Libertad y la búsqueda de la Felicidad”.

Hoy continuamos un viaje sin fin, para alcanzar el significado de aquellas palabras con las realidades de nuestro tiempo. Porque la historia nos dice que si bien estas verdades son evidentes por sí solas, no se cumplen solas; que si bien nuestra libertad es un regalo de Dios, debe ser cuidado por su Pueblo aquí en la Tierra. Los patriotas de 1776 no lucharon para reemplazar la tiranía de un rey con los privilegios de unos pocos o por el poder de la turba. Nos dieron una República, un gobierno de, y por, y para el pueblo, confiándole a cada generación la obligación de mantener a salvo nuestro credo.

Por más de doscientos años, lo hemos hecho.

Por la sangre sacada con el látigo y la sangre sacada por la espada, hemos aprendido que ninguna unión basada en los principios de la libertad y la igualdad podría sobrevivir medio esclava y medio libre. Nos reconstruimos solos y prometimos avanzar juntos.
Juntos, determinamos que una economía moderna requiere líneas de ferrocarril y autopistas para acelerar el transporte y el comercio; las escuelas y las universidades para entrenar a nuestros trabajadores.

Juntos, hemos descubierto que un mercado libre solo prospera cuando hay reglas que aseguren la competencia y el juego limpio.

Juntos, decidimos que una gran nación debe cuidar a sus vulnerables, y que protege a su gente de los peores peligros e infortunios de la vida.

En todo este camino, nunca hemos cedido en nuestro escepticismo por la autoridad central, ni hemos sucumbido a la ficción que todos los males de la sociedad pueden ser curados solo por el gobierno. Que celebremos las iniciativas y las empresas; que insistamos en el trabajo duro y en la responsabilidad personal, son constantes en nuestro carácter.

Pero siempre hemos comprendido que cuando los tiempos cambian, también debemos cambiar nosotros; que la fidelidad a nuestros principios fundacionales requiere nuevas respuestas a nuevos retos; que preservar nuestras libertades individuales al final requiere de acciones colectivas. Porque el pueblo estadounidense no puede cumplir con las demandas del mundo de hoy actuando solo, como los soldados estadounidenses no podrían haber encardo las fuerzas del fascismo o del comunismo con mosquetes y milicias. Ninguna persona por sí sola puede entrenar a todos los maestros de matemáticas y ciencias para preparar a nuestros hijos para el futuro, o construir las carreteras y las redes y los laboratorios de investigación que traerán nuevos trabajos y negocios a nuestras costas. Ahora, más que nunca, debemos hacer estas cosas juntos, como una nación, y como un solo pueblo.

Esta generación de estadounidenses ha sido puesta a prueba por crisis que fortalecieron nuestra decisión y probaron nuestra capacidad. Una década de guerra está terminando. Nuestra recuperación económica ha comenzado. Las posibilidades de Estados Unidos son infinitas, porque poseemos todas las cualidades que este mundo sin fronteras demanda: juventud e ímpetu; diversidad y apertura; una capacidad sin fin para los riesgos y un don para la reinvención. Mis queridos compatriotas, estamos hechos para este momento, y lo aprovecharemos –siempre y cuando lo hagamos juntos.

Porque nosotros el pueblo, entendemos que nuestro país no puede tener éxito cuando unos pocos que cada vez son menos viven bien y que las mayorías en aumento apenas si salen a flote. Creemos que la prosperidad de Estados Unidos debe descansar sobre los hombros de una pujante clase media. Sabemos que Estados Unidos florece cuando cada persona puede encontrar independencia y orgullo en su trabajo; cuando los sueldos del trabajo honesto liberan familias del borde de la pobreza. Cumplimos con nuestro credo cuando una niña nacida en la mayor pobreza sabe que tiene la misma oportunidad de tener éxito que cualquier otro, porque es estadounidense, es libre y es igual, no solo a los ojos de Dios sino también a los nuestros.

Comprendemos que nuestros gastados programas son inadecuados para las necesidades de nuestro tiempo. Debemos forjar nuevas ideas y tecnología para rehacer nuestro gobierno, relanzar nuestro código de impuestos, reformar nuestras escuelas y empoderar a nuestros ciudadanos con las habilidades que necesitan para trabajar más duro, aprender más y subir más. Pero mientras los medios cambiarán, nuestros propósitos persisten: a una nación que premia el esfuerzo y la determinación de cada estadounidense. Esto es lo que requiere el momento. Eso es lo que dará verdadero significado a nuestro credo.

Nosotros, el pueblo, aún creemos que cada ciudadano merece una medida básica de seguridad y dignidad. Debemos tomar las decisiones difíciles para reducir los costos del cuidado de la salud y de tomar control de nuestro déficit. Pero rechazamos la creencia que Estados Unidos debe escoger entre cuidar a la generación que construyó este país e invertir en la generación que construirá su futuro. Porque recordamos las lecciones de nuestro pasado, cuando años oscuros fueron caracterizados por la pobreza, y los padres de un niño con impedimentos no tenía a quién acudir. No creemos que en este país, la libertad está reservada para los que tienen suerte, o la felicidad para los pocos. Reconocemos que sin importar qué tan responsablemente vivimos, cualquiera de nosotros, en cualquier momento, puede sufrir un despido, o una enfermedad repentina, o que nuestra casa se la lleve una tormenta terrible. Los compromisos que tenemos unos con otros –a través de Medicare y Medicaid y la Seguridad Social—estas cosas no socavan nuestras iniciativas; nos fortalecen. No nos hace una nación de aprovechados; nos libera para tomar los riesgos que hace a este país grande.

Nosotros, el pueblo, todavía creemos que nuestras obligaciones como estadounidenses no son solo para nosotros, sino para toda la posteridad. Responderemos a la amenaza del cambio climático, sabiendo que dejar de hacerlo traicionaría a nuestros hijos y a las futuras generaciones. Algunos todavía pueden negar la abrumadora evidencia de la ciencia, pero nadie puede evitar el impacto devastador de los incendios forestales, y de la paralizante sequía y de más potentes tormentas. El camino hacia las fuentes de energía sostenible será largo y algunas veces difícil. Pero Estados Unidos no puede resistirse a esta transición, debe liderarla. No podemos ceder a otras naciones la tecnología que impulsará nuevos trabajos y nuevas industrias –debemos reclamar este derecho. Así es como mantendremos la vitalidad de nuestra economía y nuestros tesoros nacionales –nuestros bosques y nuestros ríos; nuestras tierras fértiles y nuestros picos nevados. Así es cómo preservaremos nuestro planeta, que Dios nos ha ordenado cuidar. Eso es lo que le dará significado al credo que una vez declararon nuestros padres.

Nosotros el pueblo, todavía creemos que la seguridad permanente y la paz duradera no requieren de una guerra perpetua. Nuestros valientes hombres y mujeres uniformados, templados por las llamas de la batalla, son inigualables en habilidades y coraje. Nuestros ciudadanos, forjados por la memoria de los que hemos perdido, conocen demasiado bien el precio que se paga por la libertad. El conocimiento del sacrificio nos mantendrá vigilante contra aquellos que querrían hacernos daño. Pero también somos herederos de aquellos que ganaron la paz y no solo la guerra, que convirtieron a nuestros peores enemigos en los amigos más confiables, y debemos traer esas lecciones a este tiempo también.

Defenderemos a nuestro pueblo y sostendremos nuestros valores a través de la fuerza de las armas y del cumplimiento de la ley. Mostraremos nuestro coraje para tratar y resolver nuestras diferencias con otras naciones de manera pacífica –no por ser ingenuos sobre los peligros que encaramos, sino porque el involucramiento puede funcionar mejor para borrar las sospechas y el miedo. Estados Unidos seguirá siendo el ancla de las fuertes alianzas en todos los rincones del mundo; y renovaremos estas instituciones que extienden nuestra capacidad para manejar crisis en el extranjero, porque nadie tiene más en juego en un mundo pacífico que su nación más poderosa. Apoyaremos la democracia desde Asia hasta África; desde las Américas hasta el Medio Oriente, porque nuestros intereses y nuestras conciencias nos obligan a actuar en nombre de aquellos que buscan la libertad. Y debemos ser la fuente de esperanza para los pobres, los enfermos y los marginados, las víctimas de prejuicio –no por mera caridad, sino porque la paz en nuestros tiempos requiere el constante avance de estos principios que nuestro credo en común describe: tolerancia y oportunidad; dignidad humana y justicia.

Nosotros, el pueblo, declaramos hoy la más evidente de las verdades –que todos nosotros somos creados iguales—es la estrella que todavía nos guía; tal como guió a nuestros antepasados a través de las cataratas del Seneca, y en Selma, y en Stonewall; tal como guió a todos aquellos hombres y mujeres, celebrados y no celebrados, que dejaron huellas a los largo de esta gran alameda, para escuchar a un tal King proclamar que nuestra libertad individual está indivisiblemente atada a la libertad de cada alma en esta Tierra.

Es tarea de nuestra generación seguir el camino que comenzaron estos pioneros. Porque nuestro viaje no está completo hasta que nuestras esposas, nuestras madres, y nuestras hijas puedan ganarse la vida de acuerdo a sus esfuerzos. Nuestro viaje no está completo hasta que nuestros hermanos y hermanas homosexuales sean tratados como cualquier otro bajo la ley –porque si somos realmente creados iguales, entonces seguramente el amor con que nos comprometernos unos con otros debe ser igual también. Nuestro viaje no está completo hasta que ningún ciudadano sea obligado a esperar durante horas para ejercer el derecho al voto. Nuestro viaje no está completo hasta que encontremos una mejor manera de dar la bienvenida a los esperanzados y luchadores inmigrantes que todavía ven en Estados Unidos la tierra de oportunidad, hasta que los brillantes estudiantes y los ingenieros sean enlistados en nuestras fuerzas de trabajo en lugar de ser expulsados de nuestro país. Nuestro viaje no está completo hasta que todos nuestros hijos, desde las calles de Detroit hasta las colinas de Appalachia hasta las calles de Newtown, sepan que les cuidamos y que les queremos, y que siempre les cuidaremos de los peligros.

Esa es la tarea de nuestra generación –hacer que estas palabras, estos derechos, estos valores—de Vida, de Libertad y de Búsqueda de la felicidad –sean reales para cada estadounidense. Cumplir con los documentos fundacionales no requiere que estemos de acuerdo en cada vuelta de la vida; no significa que todos tendremos el mismo concepto de libertad, o que todos seguiremos el mismo preciso camino hacia la felicidad. El progreso no nos obliga a que resolvamos los debates sobre el papel del gobierno que llevan siglos para toda época –pero requiere que actuemos en nuestra época.

Porque ahora es tiempo de decisiones, y no podemos quedarnos parados. No podemos confundir absolutismo con principios, o sustituir espectáculo por política, o tratar los insultos como un debate razonable. Debemos actuar, sabiendo que nuestro trabajo será imperfecto. Demos actuar, sabiendo que las victorias de hoy serán solo victorias parciales, y que dependerá de los que estén aquí dentro de cuatro años, y dentro de 400 años para avanzar en el espíritu una vez conferido a nosotros en un salón de Filadelfia.

Mis queridos compatriotas, el juramento que he hecho hoy ante ustedes, como el recitado por otros que sirvieron en este Capitolio, fue un juramento a Dios y al país, no a un partido o facción –y debemos cumplirlo fielmente durante lo que dure nuestra función. Pero las palabras que pronuncié hoy no son tan diferentes de los juramentos que toman los soldados al enlistarse, o al de un inmigrante que cumple su sueño. Mi juramento no es tan diferente de la promesa que hacemos a la bandera que ondea sobre nosotros y que llena nuestros corazones de orgullo.

Son las palabras de los ciudadanos, y representan nuestra máxima esperanza.
Ustedes y yo, como ciudadanos, para establecer el camino de este país.

Ustedes y yo, como ciudadanos, tenemos la obligación de darle forma a los debates de nuestro tiempo –no solo con los votos que emitimos, sino con las voces que levantamos en defensa de nuestros valores más antiguos y nuestros ideales más perdurables.

Permitamos que cada uno de nosotros abrace, con solemnidad y alegría, lo que constituye nuestro derecho de nacimiento. Con esfuerzo común y propósito común, con pasión y dedicación, respondamos al llamado de la historia y llevemos al futuro incierto nuestra preciosa luz de la libertad.

Gracias, que Dios los bendiga y que bendiga por siempre a los Estados Unidos de América.

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La inmunidad presidencial de Trump en manos de la Corte Suprema

El expresidente estadounidense Donald Trump habla con los medios de comunicación a su llegada al Tribunal Penal de Manhattan en la ciudad de Nueva York el 25 de abril de 2024.
El expresidente estadounidense Donald Trump habla con los medios de comunicación a su llegada al Tribunal Penal de Manhattan en la ciudad de Nueva York el 25 de abril de 2024.

La Corte Suprema de Estados Unidos asumirá este jueves un papel determinante en el futuro político del expresidente Donald Trump, favorito por el Partido Republicano a las elecciones presidenciales del 2024.

El expresidente ha solicitado inmunidad judicial en varias acusaciones que buscan procesarlo por sus esfuerzos por anular el resultado electoral de las presidenciales de 2020.

Otras instancias del sistema judicial han rechazado su solicitud de ser protegido de cuatro cargos penales relacionados con las elecciones con el argumento de que estaba sirviendo como presidente.

Los abogados de Trump dijeron a los jueces que un expresidente tiene "inmunidad absoluta contra el enjuiciamiento penal por sus actos oficiales" y alertaron que sin esa protección "la amenaza de un futuro enjuiciamiento y encarcelamiento se convertiría en un garrote político para influir en las decisiones presidenciales más sensibles y controvertidas".

Una decisión rápida de la Corte Suprema podría permitir que el juicio se lleve a cabo antes de las elecciones de noviembre.

Trump no asistirá a los argumentos de la Corte Suprema, integrada por una mayoría conservadora, entre los que se incluyen Amy Coney Barrett, Brett Kavanaugh y Neil Gorsuch, los tres nombrados por el expresidente republicano. Los miembros de la rama judicial son nombrados por el presidente y confirmados por el Senado.

En 2020 la misma instancia rechazó varios intentos que buscaron anular los resultados de las elecciones presidenciales que dieron la victoria a Joe Biden, por un margen de 306 a 232 votos en el colegio electoral de EE.UU.

En marzo, la Corte Suprema concedió una importante victoria para la carrera de Trump cuando anuló una decisión judicial que le había excluido de la papeleta electoral de Colorado en virtud de una disposición constitucional relativa a la insurrección por incitar y apoyar el ataque del 6 de enero de 2021 contra el Capitolio de Estados Unidos perpetrado por sus partidarios.

Desde la histórica sentencia del caso Bush contra Gore, que en 2000 dio la victoria al republicano George W. Bush sobre el demócrata Al Gore, la corte no había desempeñado un papel tan importante en una carrera presidencial.

Los casos de la Corte Suprema son casi completamente de naturaleza apelativa y las decisiones de esta corte no pueden apelarse ante ninguna otra autoridad, ya que la Corte Suprema es la última instancia decisoria en los Estados Unidos en cuanto a las leyes federales. Sin embargo, la Corte Suprema puede considerar apelaciones de las cortes estatales de mayor rango o de los tribunales federales de apelaciones. La Corte también tiene jurisdicción de primera instancia sobre ciertos tipos de casos, incluyendo aquellos que implican a embajadores y otros funcionarios diplomáticos, y casos entre estados.

Nuevas detenciones en protestas estudiantiles en EEUU por la guerra de Gaza

La semana pasada, más de 100 manifestantes que habían acampado en el campus de la Universidad de Columbia, en Nueva york, fueron arrestados por la policía.
La semana pasada, más de 100 manifestantes que habían acampado en el campus de la Universidad de Columbia, en Nueva york, fueron arrestados por la policía.

Las protestas en universidades en Estados Unidos contra la guerra entre Israel y Hamás obligaron el martes a algunas casas de estudio a imponer las clases virtuales.

NUEVA YORK, EEUU — Los pulsos entre las universidades estadounidenses y las protestas propalestinas de sus alumnos eran cada vez más tensos el miércoles en ambas costas, y la Universidad de Columbia marcó un plazo límite a cientos de personas para que levantaran un campamento, mientras docenas de inconformes seguían atrincherados en dos edificios en un campus universitario del norte de California.

Los dos incidentes formaban parte de unas manifestaciones estudiantiles que ganaban intensidad en todo el país por la guerra de Israel con Hamás. Los estudiantes reclaman que las escuelas corten lazos financieros con Israel y desinviertan de compañías implicadas en el conflicto. Docenas de personas han sido detenidas y acusadas de allanamiento o alteración del orden.

El presidente de Columbia, Minouche Shafik, fijó el martes en un comunicado un plazo límite para llegar a un acuerdo con los alumnos para desalojar el campamento o “consideraremos opciones alternativas”.

Ese plazo pasó sin noticias de un acuerdo. Videos del lugar mostraban a algunos manifestantes retirando sus carpas mientras otros redoblaban sus discursos. Circulaban rumores en internet sobre que el plazo se había retrasado a la mañana, aunque la universidad declinó confirmarlo.

Policías con equipo antimotines montan guardia mientras manifestantes corean consignas afuera del campus de la Universidad de Columbia, el jueves 18 de abril de 2024, en Nueva York. (AP Foto/Mary Altaffer)
Policías con equipo antimotines montan guardia mientras manifestantes corean consignas afuera del campus de la Universidad de Columbia, el jueves 18 de abril de 2024, en Nueva York. (AP Foto/Mary Altaffer)

El incremento de la tensión se daba la noche antes de que el presidente de la Cámara de Representantes Mike Johnson, viajara a Columbia para visitar a los estudiantes judíos y hablar sobre el antisemitismo en los campus universitarios.

En el otro extremo del país, los manifestantes en la Universidad Politécnica Estatal de California, Humboldt, empezaron a utilizar muebles, carpas, cadenas y bridas para bloquear los acceso a un edificio el lunes por la noche. Era un desafío más inesperado en una región conservadora de California, unos 480 kilómetros (300 millas) al norte de San Francisco.

“¡No les tenemos miedo!”, coreaban los inconformes antes de que agentes con material antimotines trataran de abrirse paso en la entrada del edificio, según videos. La alumna Peyton McKinzie dijo que estaba entrando el lunes en el campus cuando vio a la policía agarrar a una mujer por el pelo y a otro alumno al que le estaban vendando la cabeza por una herida.

“Creo que muchos alumnos están en shock por eso”, dijo a The Associated Press.

Tres estudiantes fueron detenidos, según un comunicado de Cal Poly Humboldt, que cerró el campus hasta el miércoles. Un número desconocido de alumnos había ocupado un segundo edificio del campus el martes.

Profesores de la Universidad de Columbia hablan en solidaridad con el derecho de los estudiantes a protestar sin ser arrestados, en el campus de Nueva York, el 22 de abril de 2024. (AP Foto/Stefan Jeremiah)
Profesores de la Universidad de Columbia hablan en solidaridad con el derecho de los estudiantes a protestar sin ser arrestados, en el campus de Nueva York, el 22 de abril de 2024. (AP Foto/Stefan Jeremiah)

El incremento de las manifestaciones ha obligado a las universidades a buscar un equilibrio entre la seguridad del campus y los derechos de libertad de expresión. Muchas toleraron durante mucho tiempo las protestas, que en su mayoría reclamaban que las universidades condenaran el ataque de Israel a Gaza y desinvirtieran de compañías que venden armas a Israel.

Ahora las universidades imponen una disciplina más estricta alegando motivos de seguridad, mientras algunos estudiantes judíos dicen que las críticas a Israel han derivado en antisemitismo.

Las protestas contra la guerra en la Franja de Gaza llevaban meses bullendo, pero se intensificaron luego del arresto el jueves de la semana pasada de más de 100 manifestantes que habían acampado en el campus de la Universidad de Columbia en Manhattan.

En la Universidad de Nueva York, 133 personas habían sido detenidas y liberadas para el lunes por la noche con orden de comparecer ante una corte bajo cargos de alteración del orden público.

En Connecticut, la policía arrestó a 60 manifestantes —incluidos 47 estudiantes— en la Universidad de Yale, luego de que se rehusaron a abandonar un campamento en el centro del campus.

Manifestantes bloquean el tráfico durante una protesta para exigir un alto el fuego permanente en Gaza, cerca de la casa del senador Chuck Schumer, en Brooklyn, Nueva York, el martes 23 de abril de 2024. (Foto AP/Andres Kudacki)
Manifestantes bloquean el tráfico durante una protesta para exigir un alto el fuego permanente en Gaza, cerca de la casa del senador Chuck Schumer, en Brooklyn, Nueva York, el martes 23 de abril de 2024. (Foto AP/Andres Kudacki)

El presidente de Yale, Peter Salovey, dijo que los manifestantes habían rechazado una oferta para poner fin a la protesta y reunirse con los administradores. Después de varias advertencias, las autoridades escolares determinaron que “la situación ya no era segura”, así que la policía desalojó el campamento y realizó los arrestos.

En la región del centro-norte de Estados Unidos, un campamento en el campus de la Universidad de Michigan había crecido hasta tener casi 40 tiendas de campaña. Y nueve manifestantes contra la guerra de la Universidad de Minnesota fueron detenidos luego de que la policía desmanteló un campamento frente a la biblioteca. Cientos de personas marcharon en el campus de Minnesota por la tarde para pedir su liberación.

La Universidad de Harvard, en Massachusetts, ha intentado adelantarse a las protestas cerrando la mayoría de las puertas de acceso a su famoso Harvard Yard y limitando el acceso a quienes lleven una identificación de la escuela. La universidad también ha colocado carteles que advierten contra la instalación de tiendas o mesas en el campus sin permiso.

Las protestas en los campus comenzaron tras el letal ataque de Hamás contra el sur de Israel, en el que mataron unas 1.200 personas, la mayoría civiles, y unas 250 personas fueron tomadas como rehenes. En la guerra posterior, Israel ha matado a más de 34.000 palestinos en la Franja de Gaza, según el ministerio de salud local, que no distingue entre civiles y combatientes pero señala que al menos dos tercios de los muertos eran mujeres y niños.

Cuba, entre los países con más residentes y nacionalizados en EEUU en 2023

Al cierre de 2023, de un total de 1.314.330 cubanos en EEUU el 64 por ciento se había naturalizado / Foto: Shannon Stapleton (Reuters)
Al cierre de 2023, de un total de 1.314.330 cubanos en EEUU el 64 por ciento se había naturalizado / Foto: Shannon Stapleton (Reuters)

Cuba está entre los países con más ciudadanos residentes y nacionalizados en EEUU en 2023.

De acuerdo con un informe sobre Política de Nacionalización publicado recientemente, en el país norteamericano había al cierre del año pasado un total de 1.314.330 cubanos, de ellos el 64 por ciento se había naturalizado como ciudadano estadounidense y otro 30% era potencialmente elegible para serlo.

Solo el 6% de los cubanos radicados en EEUU resultó no elegible para obtener la ciudadanía ese año.

Población nacida en el extranjero, por elegibilidad para la naturalización y país de nacimiento / Informe sobre Política de Nacionalización
Población nacida en el extranjero, por elegibilidad para la naturalización y país de nacimiento / Informe sobre Política de Nacionalización

Según cifras de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP por sus siglas en inglés), en 2023 hubo más de 153.000 entradas irregulares de cubanos a Estados Unidos. Otros 67.000 volaron directamente a territorio norteamericano gracias al programa conocido como Parole Humanitario, implementado en enero de ese año por la administración de Joe Biden.

Esos números, sumados a los más de 313.000 que ingresaron en 2022, representan el mayor éxodo de ciudadanos de la isla de las últimas décadas.

A esta ola migratoria solo le preceden la del Mariel, en la década de 1980, cuando se registró la salida de 130.000; la llamada "Crisis de los balseros", en 1994, con 35.000; y la salida de unos 300.000 poco entre 1960 y 1963 después de la llegada de Fidel Castro al poder.

El Informe Anual correspondiente al año fiscal 2023 indica además que Cuba está entre los 10 países con mayor cantidad de expedientes bajo monitoreo de ICE.

"Un total de 442.624 cubanos están siendo monitoreados por las autoridades migratorias estadounidenses fuera de un entorno de detención, a través de una variedad de mecanismos", recoge el documento.

Fuertes críticas de EEUU por violaciones de los derechos humanos en Cuba: “No hay cambios”

El Secretario de Estado de Estados Unidos, Antony Blinken, prensentó el informe sobre Derechos Humanos. (REUTERS/Johanna Geron/Pool)
El Secretario de Estado de Estados Unidos, Antony Blinken, prensentó el informe sobre Derechos Humanos. (REUTERS/Johanna Geron/Pool)

El Departamento de Estado de Estados Unidos criticó la falta de “cambios” en la situación de los derechos humanos en Cuba durante la presentación este lunes de su informe sobre Derechos Humanos en el mundo.

“En Cuba, según informes, más de 1.000 presos políticos están detenidos injustamente y sometidos a malos tratos; sus familiares también son blanco de amenazas”, asegura el reporte, que también llama la atención sobre la situación en Nicaragua.

“En Nicaragua, el régimen Ortega-Murillo cerró más de 300 organizaciones de la sociedad civil en 2023, lo que elevó el número de organizaciones cerradas a más de 3.500. El régimen también despojó a más de 300 personas de su ciudadanía y mantiene retenidos a más de 100 presos políticos en condiciones atroces”, asegura el texto.

Continúan en Cuba las violaciones a las libertades fundamentales

De acuerdo con el informe del Departamento de Estado, existen denuncias creíbles de ejecuciones arbitrarias o ilegítimas, incluidas ejecuciones extrajudiciales, y de torturas y tratos crueles, inhumanos y degradantes por parte del gobierno a los reclusos, además de condiciones penitenciarias duras y potencialmente mortales.

El informe da cuenta además de “graves problemas con la independencia del poder judicial” y severas restricciones a la libertad de expresión y la libertad de prensa en la isla. EEUU tomó nota de los cortes de internet, así como sobre las leyes “demasiado restrictivas” contra las organizaciones no gubernamentales y religiosas.

Este informe del Departamento de Estado sirve de guía al Congreso de Estados Unidos a la hora de determinar la ayuda exterior que concede a cada nación.

EEUU asegura en su reporte que los cubanos no pueden cambiar su gobierno pacíficamente mediante elecciones libres y justas, y que las autoridades de la isla mantienen restricciones graves e irrazonables a la participación política, además de una “grave corrupción gubernamental”.

Otro de los puntos tomados en cuenta por Estados Unidos fueron las llamadas misiones médicas en el exterior, a las que calificó como “trabajo forzoso patrocinado por el Estado”.

“El gobierno no tomó medidas significativas para identificar y castigar a los funcionarios que pudieran haber cometido abusos contra los derechos humanos”, dijo el Departamento de Estado.

El canciller del régimen cubano, Bruno Rodríguez, respondió al informe acusando al Secretario de Estado, Antony Blinken, de “no preocuparle” los derechos humanos de cubanos y palestinos.

“Le preocupan los derechos de los productores de armamento y sus objetivos de dominación y saqueo”, escribió Rodríguez en X.

Decenas de activistas respondieron a las palabras de Rodríguez en X publicando imágenes de represión.

Venezuela también ha mantenido su régimen autoritario sin cambios

El Departamento de Estado también fue muy crítico con el régimen de Nicolás Maduro, al que acusó de casos de torturas, abusos y desapariciones de personas.

“La Defensoría del Pueblo, afín a Maduro, no publicó estadísticas sobre denuncias de tortura por parte de la policía durante el año. Varias ONG denunciaron casos de tortura y tratos crueles, inhumanos y degradantes”, señala el informe dado a conocer por el secretario Blinken.

“Grupos de derechos humanos y el FFM denunciaron que representantes de Maduro seguían influyendo en el fiscal general y los defensores públicos para que realizaran investigaciones de forma selectiva y subjetiva”, añade el documento.

Preocupación por Ucrania y Gaza

Este informe del Departamento de Estado sirve de guía al Congreso de Estados Unidos a la hora de determinar la ayuda exterior que concede a cada nación. El reporte se elabora desde 1977.

En el documento, Estados Unidos también mostró su preocupación por las crisis en el mundo, especialmente los “crímenes de lesa humanidad” cometidos en Ucrania por los ocupantes rusos y la muerte de decenas de miles de civiles palestinos en la ofensiva israelí contra Hamás, considerada por el gobierno estadounidense una organización terrorista.

Departamento de Justicia de EEUU crea norma de prestaciones para empleados afectados por Síndrome de La Habana

Embajada de EEUU en La Habana
Embajada de EEUU en La Habana

El Departamento de Justicia de los Estados Unidos ha dado a conocer la creación de una "norma provisional final" en beneficio de empleados, exempleados y sus familiares que presenten lesiones cerebrales calificadas como "incidentes de salud anómalos", asociadas con el llamado “Síndrome de La Habana”.

La norma, que entrará en vigor el próximo 20 de mayo, contempla a "personas que experimentan consecuencias a largo plazo, incluyendo potencialmente una incapacidad para trabajar de manera remunerada”, se basa en la llamada HAVANA Act de 2021 y explica en qué circunstancias y formas serán compensados los trabajadores afectados.

Debido a la numerosa y variada naturaleza de esas lesiones cerebrales, la norma se aplicaría de manera bastante amplia y las compensaciones, que se otorgarán como “pago único”, oscilan entre 153.000 y 204.000 dólares.

“El Departamento (de Justicia) cree que esta cantidad es la máxima con la que se puede compensar razonablemente a cada solicitante, al tiempo que garantiza los fondos para el número total de solicitantes que cree que, probablemente, recibirán pagos", explica la norma.

Para los aquejados de “afectaciones anómalas que sufran de incapacidad para trabajar o necesiten cuidados personales a tiempo completo”, la norma contempla el derecho a un “pago adicional”.

La semana pasada, senadores de ambos partidos pidieron a la administración del presidente Joe Biden reevaluar las conclusiones sobre el Síndrome de La Habana, después que un reportaje de CBS News generara preocupaciones en Washington sobre la presunta culpabilidad de Rusia.

"No hay mayor prioridad que la salud y la seguridad de los empleados del gobierno estadounidense y de sus familiares que comprometen sus vidas para promover los intereses de seguridad nacional de Estados Unidos", escribieron los legisladores en carta al presidente.

El llamado “Síndrome de La Habana” salió a la luz pública en 2016, cuando empleados estadounidenses en la Embajada de EEUU en la capital cubana dijeron experimentar síntomas neurológicos que incluían fuertes dolores de cabeza, náuseas, desequilibrio físico y pérdida de audición, entre otros, llamados luego por las autoridades y la comunidad científica “Incidentes Anómalos de Salud” o AHIs, por sus siglas en inglés.

Más adelante, miembros del cuerpo diplomático norteamericanos ubicados en embajadas de China, Vietnam, Colombia, Rusia y otros países de Europa reportaron padecer síntomas similares.

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