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Cuando Fidel Castro pretendió tener su propio arsenal nuclear


Fidel Castro en la Plaza Roja en 1963
Fidel Castro en la Plaza Roja en 1963

Fidel Castro no fue esa paloma a favor de la paz que nos intentaba vender en sus discursos. Pensaba y actuaba como un halcón guerrerista.

A 50 años de la crisis de los cohetes, informaciones secretas desclasificadas van saliendo a la luz. Según reveló a la BBC Svetlana Savranskaya, directora de operaciones rusas del Archivo Nacional de Seguridad de Estados Unidos, una institución no gubernamental, “la crisis cubana de los misiles no terminó el 28 de octubre de 1962, Cuba se iba a convertir en una potencia nuclear, justo en las narices de Estados Unidos y a 140 kilómetros de la Florida”.

Ya se sabe que la crisis de otoño entre la URSS, Estados Unidos y Cuba fue el momento de máxima tensión nuclear en tiempo de paz del siglo XX.

La prensa cubana ha dedicado extensos artículos al tema, escritos por analistas militares y de los cuales se desprenden algunas claves. La decisión de situar 42 cohetes nucleares en la isla partió del Kremlin. El gobierno de Castro los admitió por simple solidaridad entre naciones emparentadas por una ideología marxista.

Castro no aceptó la forma en que se efectuaron las negociaciones entre Kruschov y Kennedy, ninguneando a su gobierno. A cinco décadas de la crisis, el régimen de Castro considera que la URSS no presionó lo suficiente a la administración norteña para que frenara sus planes bélicos y subversivos contra Cuba.

La crisis de octubre ha dejado como testimonio filmes, escritos y encuentros de académicos, políticos y militares protagonistas del conflicto. Los medios en Cuba han publicado la información de forma sesgada, como las cartas cruzadas entre Castro y Kruschov en el apogeo de la crisis. O no han publicado una línea.

Ahora mismo, debido al riguroso control de los medios informativos por parte de la autocracia verde olivo, pocos en la isla conocen de qué van los nuevos documentos desclasificados por el gobierno de Estados Unidos.

Realmente pone los pelos de punta saber, según los archivos personales de Anastas Mikoyan, número dos de Moscú y el hombre encargado de negociar con el gobierno cubano, que Castro le rogó quedarse con algunas armas nucleares tácticas. Él creía que los servicios especiales gringos no las habían detectados.

Cincuenta años después, este dossier deja en evidencia la auténtica personalidad de Fidel Castro. No fue esa paloma a favor de la paz que nos intentaba vender en sus discursos. Pensaba y actuaba como un halcón guerrerista.

En su hiperbólica lucha contra “el imperialismo yanqui”, cualquier método era válido. Desde tener un arsenal nuclear oculto, desestabilizar a gobiernos que no fueran del agrado al régimen de La Habana, hasta introducir estupefacientes en Estados Unidos como un arma para degradar esa sociedad.

Si el Politburó soviético hubiese aceptado las reglas de juego de ese inexperto estadista que entonces era Fidel Castro, el mundo sería otro. ¿Cómo Castro hubiera presionado y chantajeado a los líderes del Norte teniendo a mano un gatillo nuclear? ¿Lo hubiese utilizado?

No solo el territorio estadounidense hubiera corrido peligro. Quizás también su probable utilización en alguna que otra guerra, como la de Siria con Israel, donde una división de tanques del ejército cubano estuvo presta a entrar en combate, hubiese sido un recurso disuasorio.

O en Cuito Cuanavale, Angola, donde Castro ha reiterado que las tropas sudafricanas tenían entre sus opciones el uso de armas nucleares tácticas. Si al millón de hombres en armas, entre soldados regulares y reservistas, 2,500 tanques y 200 aviones Migs, Castro hubiese contado con artefactos nucleares, su capacidad de intimidación en la región se hubiera multiplicado por diez.

No entiendo por qué Estados Unidos y otras naciones occidentales, dueños de amplios archivos secretos que pueden poner al desnudo el narcisismo demencial y los sofismas del comandante, suelen hacerlos públicos a cuentagotas. Archivos alemanes dan divulgado que Castro contrató en 1962 a dos ex nazis de la SS para adiestrar al ejército cubano.

En Cuba, los medios oficiales ni siquiera comentaron la noticia. Fidel Castro pretende pasar a la historia como un estadista de primera línea. Siempre le gusta recordarnos su ética y honradez política. Los nuevos documentos desclasificados lo dejan muy mal parado.
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    Iván García, desde La Habana

    Nació en La Habana, el 15 de agosto de 1965. En 1995 se inicia como periodista independiente en la agencia Cuba Press. Ha sido colaborador de Encuentro en la Red, la Revista Hispano Cubana y la web de la Sociedad Interamericana de Prensa. A partir del 28 de enero de 2009 empezó a escribir en Desde La Habana, su primer blog. Desde octubre de 2009 es colaborador del periódico El Mundo/América y desde febrero de 2011 también publica en Diario de Cuba.

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