Tiene 62 años de edad y acaba de salir de una condena de dos años y medio de cárcel por los supuestos delitos de desacato e instigación para delinquir.
La presa política Yolanda Carmenate contó a Radio Televisión Martí parte de lo que vio en el correccional Veguita, en la provincia Las Tunas.
En abril de 2016 Carmenate, activista de la Unión Patriótica de Cuba (UNPACU) y otros cuentapropistas protagonizaron una protesta frente a la sede provincial del Partido Comunista de Cuba (PCC) en Las Tunas, les exigían a las autoridades “por la decisión de retirar a los vendedores de bisutería y alimentos de la zona del bulevar en el centro de la ciudad”, recordó la mujer.
Por esa primera causa fue condenada a reclusión domiciliaria, pero en marzo de 2018 Yolanda puso carteles en su vivienda exigiendo la libertad de los presos políticos y negándose a reconocer al régimen cubano, por ello fue víctima de un acto de repudio, en el que participaron trabajadores del Tribunal Provincial y la volvieron a condenar a un año, pero a cumplirlo en una cárcel para mujeres.
Carmenate pasó 14 meses en el reclusorio para mujeres, 7 de ellos en total aislamiento.
¿Cómo son las condiciones en la prisión de mujeres?
Estuve en celda de castigo, dichas celdas están aisladas del resto la población penal., y tienen como cama y asiento una losa de cemento, y el baño cuenta con una taza turca, situación que me provocó daños intestinales, debido a las características de la taza, mi edad y mis enfermedades crónicas óseas.
El agua era insuficiente, la comida poco nutritiva y de muy mala calidad.
¿Cuántas veces les ponían el agua en la celda?
No, esa me la traían en pomos. Yo pedía agua para tomar y cuando a ellas les parecía traían agua, una vez al día… un cubito de agua, porque el agua es embalsada, allí no hay agua corriente.
¿Y el trato de las militares con ustedes?
Quien dirige allí, la arrogante, prepotente, es Bárbara Labañino Gámez, tenía maltrato a las personas. Muchas de las que estábamos allí en celda de castigo tenían que acudir a la autoagresión para tratar de hacer valer sus derechos. Con una cuchilla se picaban las venas y una se tragó una aguja, y así sucesivamente.
¿Contra usted específicamente, qué maltratos cometieron?
No me dejaban entrar los espejuelos, los alimentos de la casa tampoco me dejaban tomarlos, me incomunicaron totalmente de la familia.
Y el baño ese, que me afectó los intestinos al yo tratar de agacharme en la taza, como tengo problemas en la rodilla no podía defecar y me ocasionó problemas serios, sola en una celda.
Había hacinamiento, había celdas de diferentes tamaño, en un cubículo habíamos catorce, muchas mujeres y poca ventilación.
Sí hubo amenazas de muerte, de la militar Lizandra conmigo. Estábamos en la celda y venía con la bandeja 9de alimentos) sin tapar, le exigí porque la tapara, se molestó y me dijo que me podía matar, que me iba a matar. Entonces le dije: ‘Bueno, estoy aquí, haz lo que tú quieras, ustedes son los represores y ustedes hacen lo que les da la gana.
¿Cómo es un almuerzo o una comida allí, descríbalo, por favor?
Es una comida insípida, sin color, sin calidad, sin nutrición. Se puede componer de arroz blanco, un potaje, un huevo negro de hervirlo tanto, sin vianda y sin ensalada. Y todo eso sin grasa y sin ningún condimento.
El desayuno: agua de chocolate o una tisana para los que padecemos de hipertensión y un pedacito de pan.
En la celda no me permitían pasar ni la Biblia, completamente aislada, mientras estuve en la celda no me la dejaron pasar. Estuve el cincuenta por ciento (de la condena) en celda de castigo.
Esta es una denuncia de Yolanda Carmenate de diciembre de 2016, publicacada por UNPACU. Siga a Luis Felipe Rojas en @alambradas