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Retrato sin familia


En un nuevo capítulo de la telenovela política desarrollada alrededor del juicio al contratista estadounidense Alan Gross, se acaba de destapar a otro de sus ya previsibles “agentes de inteligencia”.

En un nuevo capítulo de la telenovela política desarrollada alrededor del juicio al contratista estadounidense Alan Gross, se acaba de destapar a otro de sus ya previsibles “agentes de inteligencia”. En esta ocasión el galán de turno se nos presenta bajo el sugestivo alias de “agente Raúl”, un ingeniero en telecomunicaciones nombrado en realidad Dalexi González Madruga. Si yo me llamara Dalexi aceptaría con gusto cualquier otro nombre, incluso el del dictador de turno. Las circunstancias que rodean esta nueva puesta en escena son reveladoras del estado de fragilidad y urgencia con que percibe a sí misma la dictadura. Por primera vez en su más de medio siglo en el poder, está enfrascada en una batalla que nadie puede ganar, contra el tiempo y el curso de la Historia.

Lo más peliagudo del asunto es que esta nueva guerra, personificada en la demonización del Internet, le está propinando un golpe demoledor a uno de los pilares de la mitología castrista, la visión de “progresista” que manipuló desde sus primeros tiempos en el poder. En el mundo de hoy, un gobierno en guerra contra un laptop o un teléfono celular es simplemente un Talibán cibernético, un ente que necesita aniquilar el futuro para perpetuarse ya ni siquiera en el presente, sino en dirección al pasado. El diario oficialista Trabajadores anunció a bombo y platillo un plan quinquenal para triplicar la producción de café en 5 años, el cual sólo conseguirá cosechar 22,000 toneladas del grano, menos de la mitad de lo que se producía hace 40 años (60,000). Mientras tanto, los japoneses son ahora quienes enseñan a los cubanos a jugar béisbol y el equipo de baloncesto contrata a un argentino para aspirar a un resultado obtenido hace... 39 años, en las Olimpiadas de Munich. Como dice el viejo adagio, “saca de donde no hay”.

Esta visión retrógrada está mellando también otro puntal de la mitología del castrismo: la supuesta Identidad latinoamericana y tercermundista. En un desayuno informativo durante su primera visita de Estado a España, el presidente de Chile, Sebastián Piñera, afirmó que el Siglo XXI “es el siglo de América Latina”, pero advirtió que hay “dos visiones de cómo enfrentar el mundo, en lo político, en lo social, en lo económico, la que persigue la Cuba de Castro o la Venezuela de Chávez, y la que buscan la Colombia de Santos o el Perú de García y Chile”. Piñera resaltó que “los resultados están mostrando con meridiana claridad que hay un camino mejor, que conduce a la democracia, al desarrollo, a fortalecer la democracia que lleva a la paz y otro camino que no lleva a ninguna parte.”

El paisaje tiene entonces los contornos bien delimitados, y lo cierto es que individuos como Dalexi o Raúl, con alias o sin alias, simplemente no encajan en la imagen de un mundo que, para bien de un progreso real y no ficticio que se mide, entre otras cosas, e megabytes, kilobytes, y hasta comercio electrónico. No hay espacio para tiranos en esa foto de familia.

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