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Fidel Castro sobre Libia: delirante interpretación de los hechos


Al exgobernante cubano le habría gustado hacerle creer al mundo que, debido a la desestabilización de un dictador, el pueblo de Libia sería víctima de una coalición internacional de matones.

Aunque Fidel Castro ya casi no habla, todavía escribe, y quizás por su doble carácter de dinosaurio de la Guerra Fría y vaca sagrada de la izquierda mundial, muchos le leen y toman por santa palabra lo que dice. Y como casi nadie le responde, se pasa por alto que confunde la realidad con sus proyecciones y sus querellas favoritas.

Esto último lo afirma la politóloga y profesora del Instituto de Estudios Políticos de parís Rachel Marsden, después de examinar las reflexiones de Castro a lo largo de los recientes sucesos en Libia.

En Fidel Castro’s Secret Lybia Rants [“Las diatribas secretas de Fidel Castro sobre Libia”], publicado por el Instituto Hudson en su web Hudson New York, Marsden parte del hecho de que la Corte Penal Internacional ha emitido una orden de arresto contra el gobernante libio, Muammar Gaddafi, por presuntos crímenes de lesa humanidad.

Meses atrás, en febrero, Castro estaba pronosticando la intervención internacional y denunciando de manera preventiva, y cito "el crimen que la OTAN está a punto de cometer contra el pueblo libio".

Señala la autora que a Castro le habría gustado hacerle creer al mundo que, debido a la desestabilización de un dictador, el pueblo de Libia sería víctima de una coalición internacional de matones. Alabó entonces al dictador libio como el líder revolucionario que derrocó a una "monarquía corrupta"; como si la alternativa ulterior – apunta la analista-- hubiese sido significativamente preferible.

Agrega que sin reparar en los posibles actos de Gaddafi, como las denuncias de violaciones y otras en las que ahora se basa la orden de arresto de la CPI, Castro prefiere una explicación económica de la invasión de la OTAN: el petróleo.

“El petróleo –escribió-- se convirtió en la principal riqueza en manos de las grandes transnacionales yankis; a través de esa fuente de energía dispusieron de un instrumento que acrecentó considerablemente su poder político en el mundo. Fue su principal arma cuando decidieron liquidar fácilmente a la Revolución Cubana, tan pronto se promulgaron las primeras leyes justas y soberanas en nuestra Patria: privarla de petróleo".

Castro procede entonces a explicar cómo la riqueza petrolera de Libia determinó a la OTAN a invadir.

Este podría ser un argumento plausible, --señala Marsden-- si no fuera porque se escapa del ámbito de la realidad.

El petróleo libio – explica la autora, representa menos del 1% de los suministros adquiridos por Estados Unidos, y como las "transnacionales yanquis" que dice Castro han estado en el país norafricano por algún tiempo, Estados Unidos no necesita invadir Libia con la OTAN para acceder al petróleo libio. Si Castro cree que Estados Unidos realmente está empeñado en invadir países ricos en petróleo sólo para obtener de forma gratuita aquello a lo que ya puede acceder libremente, debería explicar por qué entonces Estados Unidos aún no ha invadido Canadá - su mayor suministrador de crudo.

La catilinaria de Castro sobre el saqueo imperialista de petróleo como justificación oculta de la OTAN para su acción militar, omite además por conveniencia que Putin, Medviediev y la oligarquía rusa han practicado un imperialismo político y económico contra estados soberanos como Ucrania, en aras de intereses petroleros,

Por otra parte, para la autora, Fidel Castro se concentra exclusivamente en el petróleo, no en posibilidades y oportunidades económicas de carácter más general, y ahí radica – dice la catedrática-- el problema con su razonamiento.

Porque actualmente nada indica que, aun si el régimen de Gaddafi fuera sustituido por una dirección pro-americana, la tajada estadounidense del petróleo libio se incrementaría sustancialmente

Si Gaddafi fuera defenestrado, --asevera Marsden-- será por razones de derechos humanos, porque, al igual que Bashar al-Assad en Siria, recurrió a la violencia contra su propio pueblo en el calor de la Primavera Arabe, mientras el pueblo, en todos los demás regímenes opresivos a su alrededor, derrocaba a sus gobernantes.

Y si, como él dice, Castro cree que la gran riqueza de Libia surgió de las ventas de petróleo, entonces debería estar entusiasmado ante su potencial para un mayor crecimiento, como resultado de la ampliación de su mercado en una era post-Gaddafi. Esa idea, en cambio, la recibe con ánimo sombrío.

Como con todo lo que Fidel Castro dice y hace, --concluye diciendo la politóloga Rachel Marsden-- su visión de la situación en Libia tiene que ver, mucho más que con el mundo real con sus proyecciones y querellas favoritas.

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