Destaca el colapso casi total de la producción azucarera cubana, cuando el “Che” era ministro de Industria, y la libreta de racionamiento se estableció en Cuba, que había sido uno de los países latinoamericanos más exitosos en la economía.
Su período frente al Banco Nacional de Cuba demostró su ignorancia en asuntos económicos, y llegó a decir que en 1980 Cuba tendría un ingreso per cápita mayor que el de los Estados Unidos, pero a los 30 años de su muerte, los cubanos vivían con dos kilos de arroz por mes, 120 gramos de carne dos veces al año, 120 gramos de pasta de soya por semana y cuatro huevos al mes.
Según Álvaro Vargas Llosa, la reforma agraria le quitó la tierra a los ricos, pero se la dio a los burócratas, no a los campesinos.
Y añade el escritor que en 1963 se abandonaron todas las esperanzas de industrializar a Cuba, y durante las tres décadas siguientes, el país sobreviviría gracias a un subsidio soviético que oscilaba entre 5 mil a 6 mil millones de dólares anualmente.
Vargas Llosa dice, que hasta en su mayor logro militar, la captura de la ciudad de Santa Clara, también es cuestionada porque emboscó un tren cargado de refuerzos, cuyo comandante se rindió de antemano.
Agrega también Vargas Llosa que en 1964 Guevara organizó ejércitos guerrilleros en Nicaragua, República Dominicana, Panamá y Haití, todos los cuales fueron aplastados, además de que su expedición al Congo en 1965 fue particularmente desastrosa. Pasó la mayor parte de ese año ayudando a los rebeldes, hasta que abandonó el país ignominiosamente.
Vargas Llosa resalta que el “Che” fue derrotado nuevamente, y por última vez, en Bolivia, donde interpretó erróneamente la situación local.
En aquel entonces, el Gobierno boliviano había respetado muchas de las instituciones de las comunidades campesinas, y el Ejército mantenía proximidad con los Estados Unidos.
La conclusión a la que llegó el “Che”, y que escribió en su Diario, fue que las masas campesinas no lo ayudaron en nada.