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El Paraguas de Harry Potter


Tal parece que en ausencia de realidades concretas, la causa del castrismo se divulga ahora por medio de hechiceros. El problema es que los trucos tienen un alcance limitado, y en muchos casos están tan viejos y gastados que todo el mundo conoce de antemano cómo termina el acto.

Barty visitó La Habana, pero la magia anduvo por otros lares. El actor inglés Roger Lloyd-Pack, quien encarnó al mago Bartemius “Barty” Crouch en la película Harry Potter y el Cáliz de Fuego, se presentó en el Museo de Bellas Artes con la obra Paraguas, del fallecido dramaturgo británico Harold Pinter, ganador del Premio Nobel de Literatura en el año 2005.

Se desplegó todo un aparataje propagandístico con su presencia, y la exhibición de la obra como parte del programa Una noche con Harold Pinter, “en tributo a un defensor de la causa cubana”. Tal parece que en ausencia de realidades concretas, la causa del castrismo se divulga ahora por medio de hechiceros. El problema es que los trucos tienen un alcance limitado, y en muchos casos están tan viejos y gastados que todo el mundo conoce de antemano cómo termina el acto.

Ése es el caso de los nuevos ataques contra la Ley de Ajuste Cubano, que repiten una y otra vez las consabidas acusaciones de “ley asesina” y la contradicción garrafal de que estimula el tráfico humano o las salidas ilegales. El argumento se cae por su propio peso, puesto que el concepto de salida ilegal, que sólo existe en Cuba, ya de por sí coloca el origen y la culpa del lado del régimen castrista.

Para llegar, primero hay que salir, así que la violación a los derechos humanos por parte del gobierno cubano precede al efecto de la ley de ajuste, que se cumple al ¡año y un día! de que los cubanos llegan a territorio norteamericano, otorgándoles la residencia. Lo que hace el Acta de Ajuste Cubano es precisamente corregir en tierras de libertad, la injusticia de un régimen que le niega a su pueblo el inalienable derecho a la libertad de movimiento.

Si no existiera un oneroso permiso de salida, no existirían salidas ilegales. Es evidente lo que busca la dictadura con la anulación de la ley, expresado en la exigencia de que se concedan visas sin regulaciones a los cubanos que desean emigrar a los Estados Unidos. De esta manera pretende controlar el flujo migratorio por medio de la concesión o no del permiso de salida, que es en definitiva el obstáculo final para abandonar la Isla. Al tener la última palabra sobre quién sale o no, el régimen puede de alguna manera influir en la conducta de quienes aspiran a marchase del país.

Al igual que el mago y su Paraguas para homenajear a una causa perdida, el castrismo intenta poner el parche antes que salga no ya el grano, sino toda una erupción de los males que asoman en la Isla. El desmantelamiento paulatino del patronato estatal pronostica toda una lluvia de conflictos sociales en Cuba, y el régimen está tratando desesperadamente de paliar los efectos ideológicos de esta fractura.

La reciente exposición del grafitero El Sexto, realizada a pesar de un aparatoso despliegue de la policía política para intimidar a quienes asistieran, es síntoma de esta realidad. La confluencia del descontento social, la juventud, y el talento artístico en función del desafío cívico, son una combinación altamente explosiva que está tomando forma dentro de Cuba.

A diferencia de otros actores contestatarios, estos jóvenes son portadores de un lenguaje creativo, más de proposición que de puramente oposición, y su primer objetivo es impactar a la población que le rodea. Buscan primero salir, pero no de Cuba sino de la cultura de la denuncia, para llegar no a otras tierras, sino a una cultura de activismo.

Sólo hay que mirar los grafitis para darse cuenta. Aquí no se trata de disquisiciones intelectuales o elucubraciones etéreas sobre el cambio, sino acción cívica directa por medio de vehículos de opinión dirigidos expresamente al pueblo cubano, no al mundo exterior. Hay un enorme potencial en este tipo de activismo, paso esencial para conformar la identidad nacional de oposición que distingue a un movimiento de base popular.

Barty estuvo en La Habana, pero la magia la pusieron El Sexto; Orlando Luis Pardo Lazo; Porno para Ricardo; Luis Eligio y todos los que con su presencia en la exposición demostraron que sí es posible realizar eventos, a pesar de operativos policiales y actas de advertencia. Ni el mago de Harry Potter ni su Paraguas pueden detener este fenómeno, que representa un verdadero reajuste de mentalidad dentro de Cuba, y no allende los mares. La ventaja es que aquí lo que se puede caer por su propio peso no es un argumento, sino todo el andamiaje represivo del sistema.

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