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El Cebrasno sí tiene quien le escriba


El denominador común en la dinámica política de la Cuba de hoy es la trasposición de roles, pero siempre bajo la famosa premisa de que “Dentro de la Revolución todo, contra la Revolución, nada”.

Una extraña criatura nació la semana pasada en el zoológico de Ciego de Ávila, producto de una relación extramarital entre una cebra y un asno. La noticia le ha dado la vuelta al mundo, con el nombre concebido por los científicos cubanos para el animal: cebrasno. Nada original pero al menos, categoriza el fenómeno y como establece la Real Academia de la Lengua Española, “limpia, fija y da esplendor”. Para regímenes como el castrato resulta de vital importancia esclarecer, clasificar y ordenarlo todo, mucho más en estos tiempos turbulentos donde no parece estar claro cuál es el nuevo modelo que propone la dictadura, y hacia dónde va.

Más que una excepción, los extraños maridajes parecen ser la norma en la Cuba de hoy, desde “encuentros íntimos” entre Hugo Chávez y el Coma Andante, hasta Cardenales, no precisamente de San Luis, que vuelan en misiones secretas y al no poder reunirse con la canciller de Europa, pues al menos lo hacen con su vicecanciller. Del lobo un pelo y en definitiva, Bruselas bien vale una misa.

Ahora los generales como el Segundo Castro visten de cuello y corbata, los asesinos como el esbirro que mató a Juan Wilfredo Soto García, se suicidan y son enterrados como “combatientes heroicos”, y los dirigentes del Partido como Esteban Morales son expulsados deshonrosamente para ser después restituidos sin culpa ni disculpa, en maniobras fríamente calculadas. El Partido te lo quitó, el Partido te lo dio, Alabado sea el nombre del Partido. Todo un bestiario de la reformulación del régimen como dictadura de baja intensidad.

El denominador común en la dinámica política de la Cuba de hoy es la trasposición de roles, pero siempre bajo la famosa premisa de que “Dentro de la Revolución todo, contra la Revolución, nada”. A medio siglo de las famosas palabras Antintelectuales, Fernández Retamar, otro que parece seguir el motto de la Academia, nos regala la precisión de que lo que dijo el Primer Castro no fue “fuera”, sino “contra”. La exquisitez semántica al servicio de la represión.

Así pasó con Wendy Iriepa, expulsada del CENESEX por fijar fecha de boda con el opositor Ignacio Estrada Cepero, participante en el Paseo del Observatorio Independiente LGBT por el Prado Habanero. Pudo cruzar el umbral de la homofobia pero al intentar lo mismo en la política fue crucificada por ese “conjunto armónico de canales, escalones, represas, aparatos bien aceitados, que permitan… la selección natural de los destinados a caminar en la vanguardia y que adjudiquen el premio y el castigo a los que cumplen o atenten contra la sociedad en construcción”, como definió el Che Guevara a las instituciones revolucionarias.

Las instituciones y las vanguardias visten hoy otros ropajes, pero los fundamentos y la esencia del sistema siguen siendo los mismos. Este es el nuevo diseño corporativo que propone el régimen, con los grandes negocios en manos de una familia y una economía popular de “timbiriches”, o como dicen en México, “changarros”. En los años de la llamada dictadura perfecta, el Partido Revolucionario Institucional mexicano se auto identificaba como “la familia revolucionaria”. El viejo esquema priista tiene en Cuba nombres y apellidos, en busca de las mismas convivencias y prácticas que garantizaron al menos 70 años de poder en la vecina nación azteca.

Pero esta nueva perfección dictatorial requiere de un orden con otros escalones y represas, otras categorías de premios y castigos. Todo tiene que ser catalogado, porque cuando se colocan en una misma jaula animales de diferentes especies, se corre el riesgo de que surjan engendros de cualquier tipo. De ahí las declaraciones de Fernando Rojas reclamando la propiedad “revolucionaria” de toda la cultura que se produce dentro y fuera de Cuba, aunque por supuesto, se trata de la parte de esa cultura que interese a los efectos de la nueva imagen estatal.

Esta jugada del régimen, un asno con garras que intenta disfrazarse con un pijama de rayas para lucir apacible, se refleja de manera singular en el caso del Cebrasno. Lo peligroso del asunto es que está comenzando a dar frutos, como lo demuestran los recientes acuerdos bilaterales firmados en menos de un mes con Francia y el Reino Unido, sumado a otro similar rubricado con Noruega en el mes de Junio.

La nueva imagen parece estar resultando digerible para Europa, el principal objetivo en estos momentos de la diplomacia oficial. En estos tiempos globales donde parece importar más la apariencia que la esencia, la imagen de un general no inspira epístolas, pero un Cebrasno sí tiene quien le escriba. Resulta de vital importancia advertir que más allá de cuellos y changarros, el castrismo sigue siendo una entidad criminal, una asociación de individuos para violar en beneficio propio las leyes internacionales y los derechos de sus ciudadanos, Comulgar con este engendro no es un acto de selección política natural, sino toda una aberración.

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