PRIMERA PARTE
Vicepresidente Cheney, Señor Presidente de la Corte Suprema, presidente Carter, presidente Bush, presidente Clinton, reverenciado clero, distinguidos invitados, compatriotas:
“En este día, prescrito por la Ley y marcado por el ceremonial, celebramos la duradera sabiduría de nuestra Constitución y recordamos los profundos compromisos que unen a nuestra patria. Agradezco el honor de este momento, sabedor de los momentos trascendentales que vivimos y decidido a cumplir el juramento que he tomado y ustedes han presenciado.
“En esta segunda reunión nuestros deberes son definidos no por mis palabras, sino por la Historia que juntos hemos visto. Durante medio siglo América defendió nuestra libertad montando guardia en distantes fronteras. Después del naufragio del comunismo vinieron años de reposo, años de descanso, y entonces llegó un día de fuego.
“Hemos visto nuestra vulnerabilidad y su fuente más profunda. Mientras regiones enteras del mundo hiervan en resentimiento y tiranía, propensas a ideologías que alimentan el odio y excusan el asesinato, se creará la violencia y ésta se multiplicará con destructivo poder y cruzará las fronteras mejor defendidas y planteará una amenaza mortal. Sólo hay una fuerza de la Historia que puede quebrar el reinado del odio y el resentimiento, denunciar las pretensiones de tiranos y recompensar las esperanzas de los decentes y tolerantes, y esta es la fuerza de la libertad humana.
“Somos conducidos por los acontecimientos y el sentido común a una conclusión: La supervivencia de la libertad en nuestra tierra crecientemente depende del triunfo de la libertad en otras tierras. La mejor esperanza para la paz en nuestro mundo es la expansión de la libertad en todo el mundo.