Enlaces de accesibilidad

Azúcar agriada


Bajo la óptica de los mismos políticos que llevaron al país a la quiebra económica con sus constantes inventos, desaciertos y manera absoluta de enfrentar los resortes del mercado, el azúcar cubana continuará su avance de agriarse más.

Ningún astrólogo, ni siquiera con tecnología de punta, ni el más certero de los adivinadores del tablero de Orula en Ifá, de la religión afrocubana, podría ser capaz de vaticinar que cuando los nuevos libertadores de 1959 tomaron el poder en Cuba, el azúcar, nuestro producto estrella, comenzaría su proceso de extinción.

No es secreto para nadie que la caña de azúcar forma una parte importante en la consolidación de nuestra cultura y el batey, centro poblacional que giraba alrededor del ingenio, fue un importante crisol para la personalidad del criollo en su rumbo hacia su etapa superior: ser cubano.

Desde el comienzo la codicia de las autoridades coloniales por las buenas ganancias que ofrecía la producción azucarera fue responsable de que miles de hectáreas de bosques se talaran para dedicarlas al cultivo de la caña de azúcar, gran extractor de nutrientes de la tierra, y según cifras de la época a fines del siglo XVIII se cortaron cada año alrededor de 500 caballerías de bosques para quemarlos como leña en los ingenios.

Aseguran expertos, que Cuba en menos de 200 años perdió ocho millones de bosques y debido a eso al menos en once de las actuales provincias sufren hoy el impacto de la falta de materia orgánica, erosión, compactación, acidez, exceso de sales y una progresiva degradación de los suelos, problema que afecta a casi el setenta por ciento de las áreas cultivables de la isla.

Todo eso significa que Cuba sacrificó desde el principio todo por el azúcar, sobre todo cuando después de la revolución haitiana en 1791 se convirtió en el mayor productor mundial.

“El azúcar es nuestra divisa. El azúcar es la garantía de todas las importaciones que llegan desde medicinas y maquinarias, hasta combustible”, reconoció el propio Fidel Castro el 16 de julio de 1962 en la entrega de diplomas en Varadero a obreros destacados en la zafra.

La primera década de gobierno castrista fue fatal para la industria. Es cierto que ocurrió una grave sequia que afectaron los cañaverales, lo cual unido al paso del devastador ciclón Flora perjudicó los primeros años de zafra en la década de los 60, sin embargo ese no fue el peor problema, sino la mala política de estatizar todas las fincas y hacer extensiva el cultivo de la caña, sin una verdadera comprensión, ni siquiera una aproximación al conocimiento de los suelos, que implementaron los nuevos dueños del país con su verborrea socialista de manual, sin bibliografía.

El propio Castro, en uno de los pocos momentos que reconoce su ignorancia en un tema, reveló el 2 de enero de 1969 la incapacidad de su gobierno con la agricultura en general y donde ocupaba un puesto hegemónico la caña de azúcar.

“¿Lo podríamos haber hecho al principio de la Revolución? Hay que decir la verdad: al principio de la Revolución no conocíamos ni la geografía de Cuba, ¡ni la geografía!, digamos que ni el paisaje. Imagínense el desarrollo agrícola de un país por quienes no conocen ni la geografía”, afirmó.

En 1963-64 la zafra solo llegó a 3,8 millones de toneladas de azúcar, clasificada entre el grupo de las más bajas en la historia del país en esos primeros años de victoria revolucionaria y derrota económica para la nación.

Después de ese ridículo comenzó la fiebre por los 10 millones de toneladas, donde otra vez se hizo casi todo mal. En primer lugar cuando los expertos le dijeron al mesías en jefe que solo se podían hacer 8 millones, 500 mil toneladas, el más máximo de los jefes, primero pidió 9 y a los pocos días les informó a los especialistas que la cifra debía ser cerrada, en 10.

La visión totalitaria de imponer su voluntad por encima de todas las cosas obligó a sus seguidores que dejaran pasar por alto detalles como no dejar que la nueva variedad de caña madurara lo suficiente para ser molida, la gran masa de los cortadores de caña que movilizó para su epopeya no sabían lo que era un plantón y además se sembró caña en cualquier parte, sin conocer a realidad la calidad del suelo.

La historia es conocida. Los 10 millones de toneladas no se consiguieron y si una cosecha de 8,5 millones, considerada cifra record en la historia de Cuba. Se intentó nuevamente en 1972, sin el resultado apetecido, a pesar de la aplicación de un nuevo sistema para recolección: la quema de caña para facilitar el corte y economizar la mano de obra.

Después de eso la industria azucarera cubana fue de mal en peor, y aunque la venta estaba garantizada por los acuerdos dentro del mundo socialista de Europa del este, cuando los ciudadanos de esos países, encabezados por la ex –URSS, mandaron al diablo las doctrinas anti-libertarias que los estrangulaba, ese intercambio concluyó para comenzar el principio del fin del azúcar cubano.

Cuba exportaba de 3 a 4 millones de toneladas cada año a la Unión Soviética y otro millón a los demás países comunistas de Europa del Este. Después de la desaparición de la Unión Soviética en 1991, Cuba firmó nuevos acuerdos de trueque con Rusia y otras de las antiguas repúblicas de la pasada unión. Sin embargo, los volúmenes fueron más reducidos y el rendimiento, muy inferior. En 1993, Cuba no exportó más de 2 millones de azúcar sin refinar a Rusia.

Precisamente en 1993 la producción cayó en un 40 por ciento para llegar a 4,3 millones de toneladas y en la zafra siguiente de 1994-95, la producción disminuyó otra vez para llegar a 3,5 millones de toneladas.

El gobierno cubano reestructuró en el 2002 y 2004 la industria azucarera y no solo hizo menos extensivas los cultivos de caña, sino que eliminó de un plumazo más de la mitad de los 156 ingenios que existían por ese entonces y dejó sin trabajo a miles de personas vinculadas al sector.

Por eso no fue extraño que en el año 2003 el presidente de la empresa importadora de alimentos, Pedro Álvarez dijera que esperaba comprar azúcar a Estados Unidos. Es decir le comprarían el producto al que antiguamente le vendían.

Como una de esas ironías del destino los precios internacionales del azúcar aumentaron en el 2010 hasta más de 30 centavos de dólar la libra y esa buena oportunidad de ingresar más capital por las exportaciones la antigua “azucarera del mundo” no tuvo una respuesta mediata.

La zafra 2010 fue otra de las peores de los últimos 100 años y los medios oficialistas culparon de ese desastre a la mala política de planificación y la falta de control.

Mientras tanto en ese ínterin de todos estos más de 50 años abusivos contra la industria azucarera, el régimen suplantó ministro tras ministro en busca de un mago Merlín que les solucionara el revoltillo que ellos mismos realizaron.

El régimen quiere siempre echarles las culpas de su ineficiencia a los propios hombres que designa y en realidad no es un problema del mal trabajo de un individuo, sino una mala política gubernamental.

¿Cómo resolver el grave problema de la caña e impulsar su producción si al frente del gobierno se encuentran los mismos que con sus formulas la enterraron?

En sus últimos lineamientos sobre la política económica, el gobernante partido comunista definió su mira para la industria azucarera

“La agroindustria azucarera tendrá como objetivo incrementar de forma sostenida la producción de caña, priorizando el reordenamiento de las áreas para lograr su acercamiento al central. En su desarrollo deberá perfeccionar la relación entre el central azucarero y sus productores cañeros; aprovechar la tradición azucarera y la experiencia existente”.

El actual presidente del país, Raúl Castro anunció hace pocos días la última nueva para el reordenamiento: la eliminación del ministerio del azúcar y nuevas formulas para recuperar la producción azucarera. Lo lamentable es que bajo la óptica de los mismos políticos que llevaron al país a la quiebra económica con sus constantes inventos, desaciertos y manera absoluta de enfrentar los resortes del mercado, el azúcar cubana continuará su avance de agriarse más.

XS
SM
MD
LG