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Martín Guevara: salir de la sombra del Che me costó lo mío


Martin Guevara
Martin Guevara
El escritor Martin Guevara, sobrino de Ernesto Guevara, en entrevista exclusiva para martinoticias.com relata sus días cubanos, cuando junto a sus familiares vivía ¨por encima en todos los vectores en que se analice a la población en general¨, y promete un paseo por la Cuba de los ochenta narrado a cuatro manos con Adrianne Miller, hija de Pablo López Capestany, abogado y periodista cubano opositor, en un libro que será publicado en los próximos meses, con el que pretende reconciliar los ánimos acerca de esta personalidad apasionadamente amada por unos y odiada por otros.

En la visión que le queda del tío lamenta el despropósito del mesianismo, ¨de pensar que a través de la voluntad se consigue transformar la realidad¨ y destaca la virtud de ser consecuente con lo que se piensa y confiesa que el recuerdo más perdurable está en el “Pioneros por el comunismo; Seremos como el Che!” de los matutinos de la escuela.

Ser un familiar del Ché, ¿Cómo ha repercutido en tus opciones de vida, tanto políticas, morales, éticas, religiosas, etc? ¿En ser o vivir de determinada manera?

Hasta los diez años, momento en que nos trasladamos con mis padres y hermanos a La Habana desde Buenos Aires, yo no tenía ni idea de que era sobrino de tal personaje. Conocía a mis tres tíos y sabía que tenía uno que había fallecido. Al llegar a La Habana, nos esperaron con pompas y honores, nos llevaron al Hotel Habana Libre a vivir, con todo a nuestra disposición, y entonces me enteré que tenía un tío que había sido como los héroes de comics y personajes de Emilio Salgari que me gustaban y allí surgió la primera contradicción, desde el primer día. Me dijeron que mi tío, el Che, había hecho una Revolución y muerto intentando hacer otras para que todos los niños del mundo fuesen iguales, y justamente ese mismo hecho en ese mismo día me convertía en un ciudadano VIP, diferente a los otros niños.

A partir de los diez años y hasta que me aislé absolutamente de todo foco donde el Che tuviese alguna relevancia, y viví sin que nadie supiese que era su sobrino, toda la vida tuvo influencia sobre mi persona, incluso cuando lo ocultaba y llevaba la vida normal que llevo ahora, porque en cierto modo es un estigma, que es positivo y también puede no serlo tanto.

El sedimento que dejó e mi vida, es una voz que dice dos cosas, “haz lo que creas que debes hacer cueste lo que cueste” y la otra es “donde quiera que veas una injusticia sé capaz de conmoverte con ella”. Donde quiera y a manos de quien quiera que la haga. Luego un tercer aspecto, que puso su vida en lo que pensaba, se involucró sin medias tintas.

En las opciones de vida que me marcó fueron las opuestas, cuando adolescente en ser un antihéroe, un antisocial, o, como el término marxista indicaba, un lumpen.

Puedo coincidir en cierta arista de él con el aprecio por el hombre solitario, por el errante, de no demasiada buena fortuna, el perdedor con dignidad que se transforma en el ganador a la postre, pero se puede decir que ya era mi tendencia, ya que mi padre es un hombre de valores muy claros y diáfanos, que en el corto tiempo que vivimos juntos alcanzó a dejarme un poso de mensajes en el sentido en que lo importantes ser una buena persona, que al final del camino eso sea lo que quede.

Por el contrario, yo nunca fui revolucionario, ni creí en tal solución para nada. Por no verlo como nada productivo y también por carecer de madera para ello, como todos los familiares de Ernesto, excepto mi padre y mi tía, parece que él absorbió todo lo que se precisaba en materia de valor y coherencia. No me atrae la política de masas en ninguna de sus vertientes, ni el mesianismo de ninguna de las formas que se presente, pero mucho menos aún obteniéndolo mediante la violencia, ese es el sino y la cruzada de mi mensaje. El daño solo acarrea dolor.

¿Donde quiera que viajas alrededor del mundo encuentras a alguien con una camiseta del Che. ¿Piensas que el mundo realmente conoce al Che o conocen al Che de Fidel Castro?

En efecto, aprendí con los años a sustraerme de que ese hombre del cual es la foto más reproducida del mundo, es el hermano de mi padre, por simple salud mental. Creo que no conocen lo que era, lo que hacía ni lo que significaba, cada uno le otorga una simbología acorde con los objetivos que persigue en ese momento, un joven anarquista de Cristiania en Copenague me dijo que él pedía marihuana libre y por eso usaba al Che, porque representaba el antisistema. Yo desde luego no me consideré en lo absoluto en el derecho de sugerirle otro t-shirt, ya que mi tío, ni nadie de mi familia concilia bien con ese reclamo, más bien todo lo contrario. Y como esta anécdota hay cientos, pero al Che se lo suele encontrar en el mismo lugar que a Lennon y a Bob Marley. A Fidel no.

Son dos personas absolutamente distintas, y no lo digo como dicen los defensores de Fidel, porque él esté vivo y Ernesto haya muerto, aunque ese no sea un detalle menor. Sino porque uno era marxista leninista y el otro marxista Groucho Marx, por aquella famosa frase: “Tengo estos principios; y si no le vienen bien no se preocupe tengo otros”.

¿Qué tanto te ha tocado el mito del Guerrillero Heroico?

Ha sido muy difícil cuando era adolescente varón, en una familia y en una sociedad ciertamente con características si bien no machistas en lo referente al sojuzgamiento de la mujer, sí en lo tocante a las virtudes cultivables de la hombría. Una persona con tanto fracaso como dices en la praxis, pero tanto éxito en el imaginario de la virilidad, es muy difícil de emular, aunque esa lucha se da con el padre, mi padre ya lo era en sí, porque es lo que se conoce como un tipo duro, pero el alcance de la sombra del mito del Che me alcanzó de lleno, y salir de este me costó lo mío. Por supuesto que no puedo culpar al Che, ni a nadie, de los problemas de los tropiezos ni las flaquezas de mi vida, como la de cualquiera, pero si cabía se hacía más difícil, cuando me autocomparaba, aunque fuese de manera inconsciente con mi tío.

Otros parientes de Ernesto como la viuda Aleida, sus hijos Aleida, Camilo o sobrinos como Canek Sánchez Guevara, han publicado libros, ofrecen conferencias, participan en foros etc. ¿Cómo convives con este “constante volver” a la figura del Che?

Por circunstancias que cuento en el Memoir, yo me fui de la sombra de mi tío, y logré que todo mi entorno sea libre de la contaminación Guevara. Mis amigos, en mi trabajo, mis vecinos, ni mis parejas, hasta mi esposa no sabía en un principio que era familia de Ernesto, llegar a tener todo por mí mismo, aprecios y rechazos por mi persona y nada más, y ganarme la vida fuera de los ámbitos de la izquierda, de Cuba, de los partidos afines al Che, no solo me hizo muy bien, sino que me salvó.
Yo no hablo de mis parientes, en todo caso nunca negativamente, cualquier entuerto lo dejo para el consumo y ripio interno, y no me importa si previamente alguno habló mal de mí, creo que hay que marcar la diferencia, no se corrige el canibalismo comiéndose a los caníbales.

¿Qué relación de convivencia te une con el resto de la familia Guevara?

Siempre fui un elemento discordante, polémico, por diferentes razones en distintas épocas, nunca participé de la normalidad total, en una familia que por otro lado, nada tiene de normal. Es una familia que ha pasado por muchas cosas muy duras a partir de la fama de Ernesto, antes eran una familia muy acomodada, pero la diáspora tuvo lugar y nunca paró del todo, una vez que se desata nada regresa a su sitio. Todos, los que más y los que menos hemos perdido y ganado algo extra en esta aventura. Pero unos más que otros.

¿Te consta que Guevara se graduó como médico o es parte de la leyenda?

Me consta que no llegó a ejercer como médico en un consultorio por sus actividades de todos conocidas, pero también curó a más gente que muchos médicos. Y sí te puedo decir que a contracorriente eligió la carrera, era médico de vocación. De lo demás no tengo noticia.

¿Cuál ha sido el juicio más errado para calificar a Ernesto?

El hombre nuevo. Era un hombre de valores antiquísimo, de los valores del aventurero y el guerrero de todas las obras clásicas, con toques muy de la época por supuesto.
La intención que permanecía en Cuba alentada por Fidel de que todos fuesen como el Che, y te invitaban por ello a ser ciegamente obediente a toda jerarquía sin analizar ni debatir, cuando hizo lo contrario en todo a lo que se suponía que debía hacer, incluso en lo referente a como la URSS pretendía que se comportase. Pero también debo decir que pienso que desde la izquierda querer presentarlo como el ejemplo de hombre nuevo es un error porque el modo de sociedades autómatas en que aquellos grandes modificadores del mundo queríamos que viviésemos, solo con motivaciones morales, no materiales, con todo controlado, con todo hecho está demostrado que es absolutamente inhumano; no me refiero al carácter cruel, sino a que es antinatural en el hombre, sencillamente no es viable, carece del más mínimo atractivo.

También me gustaría apuntar que por lo general conviene guardar distancia con las versiones oficiales de los acontecimientos que se suelen presentar para ser consumidos por la Historia de manera impoluta y conveniente. En la cabeza de mi tío probablemente anidasen inquietudes, fuerzas, impulsos que quizás no estuviesen todo lo cercanos a esas ideas altruistas, a las ideologías de ningún Partido, a veces más allá de la propia conciencia. Siempre sospecho mucho de las intenciones declaradas, y creo que en el inconsciente radica la mayor parte de la explicación real de las cosas. Con lo cual, no solo en el caso del Che, naturalmente, sino en casi todas las excusas o explicaciones oficiales que ofrecemos para justificar nuestros actos, pienso que se oculta, más allá de nuestras intenciones una razón casi siempre más estrechamente ligada a los amores primarios, a los deseos y frustraciones más íntimas, en definitiva más cercano al revoltijo de ruidos y sensaciones que se tienen en la boca del estómago, que al auxilio al niño hambriento de África.

En Cuba se cuenta una leyenda rosa sobre el Ché; en el exilio, a partir de testimonios, se ha compilado su contrapartida ¿Cuáles son sus conclusiones?

La de las dos caras de la moneda, que es en se sentido que estamos haciendo la colaboración Adrianne y yo.
Y estamos dando nuestro testimonio a quien lo precise de la posibilidad de la tolerancia, del afecto, de la paz entre las partes, de que hacer un mundo mejor es posible, que hay que comenzarlo desde la base como las casas, que hay que escuchar al otro y saber que en algo tendrá la parte de razón que nos falta y con la que podríamos hacer un todo, que entender que el mundo es para todos, y los países son de todos sus habitantes. Mis conclusiones son que el día que entendamos que todos los cubanos tienen los mismos derechos en Cuba, construiremos, una Cuba y un mundo donde no quepa la exclusión de ninguna idea, de ningun anhelo, siempre y cuando sea con respeto por el ser humano.

Martin Guevara es autor del blog http://martinguevara.over-blog.es/ donde comparte reflexiones e impresiones sobre la actualidad y el sedimento de la memoria, sobre Argentina, Cuba y España.
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