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¿Quiénes se escondían en Moscú?


El Kremlin en la Plaza Roja de Moscú (Rusia), durante los ensayos de un desfile militar.
El Kremlin en la Plaza Roja de Moscú (Rusia), durante los ensayos de un desfile militar.

Mucho antes de Snowden, espías, diplomáticos, militares, científicos relacionados con las esferas de defensa, y hasta sacerdotes católicos han querido tener el amparo del Kremlin.

Moscú no ha perdido el candor y la seguridad para quienes escapan de Estados Unidos tras haber violado las leyes, quebrado juramentos o se hayan hipnotizado con consignas marxistas. En esa ciudad se han refugiado numerosos estadounidenses, muchos de ellos agentes de los órganos de inteligencia, funcionarios del Departamento de Estado, soldados y oficiales, científicos relacionados con las esferas de defensa, y hasta sacerdotes católicos y presentadores de radio. Todos pusieron sus conocimientos en manos de la propaganda, el espionaje o la industria militar soviética. Algunos pidieron la ciudadanía soviética, renunciaron a la americana o después pidieron regresar a los Estados Unidos.

Precisamente de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA), donde laboraba Edward Snowden, en 1960 los criptólogos, Bernon F. Mitchell y William H. Martin, decidieron refugiarse en Moscú. En diciembre de 1959 visitaron Cuba sin la autorización de sus superiores. Meses más tarde viajaron a México y de allí de nuevo a La Habana. En un buque fueron trasladados a la capital soviética. En Moscú, donde pidieron asilo, dijeron que los vuelos de aviones de reconocimiento americanos violaban el espacio aéreo de otras naciones e interceptaban y descifraban las comunicaciones secretas de sus propios aliados.

Otro colega de la misma agencia, Victor N. Hamilton, llegó a la URSS en 1963 y se supo de nuevo de su existencia en 1992, cuando tenía 75 años y estaba recluido en una clínica mental. El diagnóstico: esquizofrenia.

En 1948, Annabelle Bucar, quien trabajaba en la embajada americana en Moscú, pidió asilo a las autoridades soviéticas. La diplomática laboraba en la sección de información de la embajada. Otro diplomático, John Discoe Smith, desde Finlandia contactó a los soviéticos en 1966 y pasó al país de los soviets, donde escribió un libro y publicó artículos en la prensa.

En la URSS se refugiaron científicos estadounidenses como George Koval, del Proyecto Manhattan, que espiaba para los soviéticos y en 1948 huyó de EEUU a la URSS, donde falleció en el 2006. Koval fue condecorado en 2007 por Vladimir V. Putin con la medalla de Héroe de Rusia, que posteriormente donó al Museo de la Inteligencia Militar (GRU) de Rusia.

Alfred Sarant, de la red de espionaje de los esposos Rosenberg, cruzó la frontera de EEUU y México hasta llegar a Guatemala, desde donde viajó a Polonia para terminar en la URSS. En territorio soviético desarrolló varios sistemas de defensa antiaérea y para submarinos. Por ello recibió en 1969 el Premio Estatal. Su colega Joel Barr, también de la célula de los Rosenberg, llegó a Checoslovaquia para terminar viaje en Moscú donde laboró junto a Sarant en los proyectos militares. De esa red de espías atómicos, dos de ellos, Morris y Lona Cohen, arribaron en 1969 a la URSS tras ser canjeados por un agente británico. Los dos residieron la medalla de Héroe de Rusia en 1995.

De las fuerzas armadas estadounidense (aviación, armada o ejército), varios oficiales, soldados y empleados buscaron refugio en la URSS. En 1948 James McMillin, un sargento que laboraba como criptólogo en la embajada de Washington en Moscú, decidió quedarse a vivir en la URSS. En 1954, el subteniente William D. Adkins, estando en Austria de servicio, se pasó a la zona soviética. El ejército estadounidense pidió a las autoridades soviéticas que le entregaran al oficial, sin éxito. En Alemania Occidental estaba de servicio William Turner, cuando en 1954 pasó a la zona oriental, ocupada por los soviéticos.

El ex piloto y mayor de la fuerza área Libero Ricciardelli decidió en 1959 emigrar a la URSS, donde se estableció con su esposa y tres hijos, pero retornaron a los Estados Unidos en 1963. Joseph Dutkanicz, fue reclutado por el KGB cuando servía en el ejército en la RFA y partió con su familia para la URSS a través de Checoslovaquia en 1960, y murió en 1963 en Lvov, Ucrania. Vladimir Sloboda, servía en el ejército en una base de Alemania cuando fue reclutado por el KGB y en 1960 aparecía en la URSS pidiendo asilo.

El sargento de la fuerza aérea J. W. Wright llegó en 1968 a Moscú para quedarse. Tras ser juzgado y condenado por pasar información a los soviéticos, el soldado Robert Thompson, logró en 1978 ser parte de un triple canje y terminó refugiado en la URSS. Otro militar, Glenn Michael Souther, entregaba información al KGB desde su base naval en Italia. En 1986, ante el peligro de ser arrestado se refugió en la URSS donde obtuvo la ciudadanía y el grado de mayor del KGB. Se suicidó en 1989. En abril de 1987, el soldado William E. Roberts dejó su posta en Alemania Occidental para pasarse a territorio soviético, convirtiéndose en el último militar estadounidense que ha buscado refugio en la URSS.

El ex oficial de la CIA Edward Lee Howard tras varios percances con la agencia pasó información al KGB para al final buscar refugio en Moscú en 1985 y allí falleció en el 2002.

Varios científicos en áreas relacionadas con la defensa, como Orest Stephen Makar, un experto en geodesia y cartografía, con experiencia en la fuerza área, pidió asilo en la URSS en 1956. El ingeniero Anatoly P. Kotloby fue reclutado en 1959 por Oleg Kalugin y al temor de ser detenido viajó a Moscú en 1964. El doctor, Arnold Lokshin, especialista en oncología, viajó a la URSS en 1965 desde Texas, para junto a su familia pedir asilo, alegando razones políticas.

Una pareja de presentadores de radio de la Florida, Theodore y Cheryl Branch, fueron los últimos estadounidenses que recibieron asilo político en la URSS. En enero de 1988 la cancillería soviética anunció que ambos, quienes viajaron con visa turística a Moscú, pidieron refugio en Moscú alegando las condiciones de vida en EEUU.

Algunos retornaron a los Estados Unidos tras permanecer semanas, meses o años en la URSS como la familia de Morris y Mollie Block, quienes vivieron allí de 1959 a 1964.

O Lee H. Oswald tras llegar en 1959 a la URSS vía Finlandia, insistió en un inicio en ser ciudadano soviético, y regresó a su país en 1962, para cometer el magnicidio del siglo XX.

Tampoco soportó vivir en la Unión Soviética Harold Citrynell, quien al año pedía regresar, pero antes de partir tuvo que firmar una declaración jurando no decir nada que perjudicara al Kremlin. Bruce F. Davis, quien en 1960 abandonó el servicio militar estando en la RFA y tras un mes en la zona oriental, viajó a Moscú. Tres años después David pedía regresar.

El sacerdote católico Harold Koch, alegando que protestaba contra la guerra en Vietnam, decidió vivir en la URSS. Bastaron tres meses y medio para que volviera a su país y se casara.

De todos los que han pasado por Moscú pidiendo asilo el que ha tenido mayor impacto en la historia americana es sin duda Lee Harvey Oswald.
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    Álvaro Alba

    Historiador y periodista especializado en temas de Europa del Este y la ex Unión Soviética. Máster en Historia por la Universidad Estatal de Odesa, Ucrania. Premio Emmy 2017 (Emmy Award) en la categoría de Documental Histórico.

    Ha publicado en ABC, Diario de Las Américas, El Nuevo Herald, entre otros. Actualmente trabaja en MartiNoticias.com. Autor de Castro y Stalin, almas gemelas (2002); En la pupila del Kremlin (2011) y Rusia: la herencia del estalinismo (2012). Es Asociado Principal de Investigación (Senior Research Associate) del Centro de Estudios Cubanos (Cuban Studies Institute CSI) de Miami y miembro de la Asociación para Estudios Eslavos y del Este de Europa (ASEEES).

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