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A XXV años de la caída del Muro: la vergüenza de Berlín


Fotografía de archivo del 12 de junio de 1987 que muestra al presidente de Estados Unidos Ronald Reagan (c) y al canciller alemán Helmut Kohl (der. de Reagan) durante una ceremonia en el lado oeste del Muro de Berlín (Alemania).
Fotografía de archivo del 12 de junio de 1987 que muestra al presidente de Estados Unidos Ronald Reagan (c) y al canciller alemán Helmut Kohl (der. de Reagan) durante una ceremonia en el lado oeste del Muro de Berlín (Alemania).

Aquella noche en que los comunistas levantaron el muro, hubo personas que salieron al cine, o de copas, y al intentar regresar a casa no pudieron y quedaron divididas de sus familiares más queridos, y en muchos casos jamás volvieron a ver en sus vidas.

La caída del "Muro de la Vergüenza" abrió el camino hace 25 años a la reunificación de Alemania y simbolizó para la posteridad el fin de la Guerra Fría y de las dictaduras comunistas del Este.

Los acuerdos entre las potencias vencedoras de la Segunda Guerra Mundial (Estados Unidos, URSS, Reino Unido y Francia) marcaron en 1949 la división del mundo en dos bloques y Alemania, que desencadenó la contienda y luego fue su gran perdedora, se convirtió en arquetipo de ese reparto.

La ciudad de Berlín quedó en el corazón de la llamada República Democrática Alemania (RDA), bajo el férreo control soviético, y fue dividida a su vez en cuatro sectores. Según diversos estudios, la Alemania Oriental perdió una sexta parte de su población en sus primeros años de existencia por la masiva emigración de ciudadanos que escapaban de la represión y la miseria del comunismo hacia el Oeste.

Ya en 1952 los comunistas alemanes comenzaron a blindar la frontera con la República Federal Alemania (RFA) y en la noche del 12 al 13 de agosto de 1961 decidió sellar la más porosa, la que separaba el sector comunista de Berlín de los sectores estadounidense, francés y británico.

Así, hubo personas que salieron al cine, o de copas, y al intentar regresar a casa no pudieron y quedaron divididos de sus familiares más queridos, a los que en muchos casos jamás volvieron a ver. Primero fue una alambrada y poco después un muro de más de 155 kilómetros que rodeó el Berlín oeste y lo convirtió durante 28 años en una isla y, al mismo tiempo, en un símbolo para el mundo occidental.

En junio de 1963, en plena Guerra Fría, el presidente de Estados Unidos John F. Kennedy fue el primer jefe de Estado de una gran potencia que visitaba Berlín oeste y, ante el ayuntamiento del que era alcalde entonces Willy Brandt, pronunció su ya legendaria frase: "Ich bin ein Berliner" ("Soy un berlinés").

Queda también para la historia el discurso ante la Puerta de Brandeburgo del presidente Ronald Reagan en 1987: "Señor Gorbachov derribe el Muro. Señor Gorbachov, abra la puerta".

La Perestroika de Gorbachov en la URSS, como recordó este fin de semana la canciller Angela Merkel, o su debilidad e incapacidad para sostener el régimen, como sostiene el ex canciller Helmut Kohl, fue uno de los factores clave en la caída del telón de acero.

El primer muro cayó ya en mayo de 1989, cuando Hungría comenzó a desmantelar la alambrada eléctrica que la separaba de Austria. Pocas semanas después, decenas de miles de alemanes orientales utilizaron esa vía para llegar a Occidente y otros muchos decidieron ocupar las embajadas de la RFA en Budapest, Varsovia y Praga.

Los movimientos a favor de los derechos civiles comenzaron a cobrar visibilidad en la RDA, pasando de tímidas protestas a masivas manifestaciones que exigían reformas, al grito de "Wir sind das
Volk" ("Nosotros somos el pueblo").

El pistoletazo de salida de los numerosos actos de homenaje organizados en este 25 aniversario comenzaron de hecho hace un mes en Leipzig, en recuerdo a las más de 70.000 personas que se sumaron a la marcha pacífica que el 9 de octubre recorrió las calles de esta ciudad del este.

Ante la presión popular, las incesantes manifestaciones y la fuga masiva de ciudadanos a Occidente el 18 de octubre de 1989 se ve obligado a abandonar todos su cargos el dictador de la RDA, Erich Honecker. Pero la calle ya no era del Partido Socialista Unificado (SED); el 4 de noviembre Berlín oriental acogió la mayor manifestación de la historia de la RDA y cientos de miles de personas reclamaron pacíficamente libertad de opinión, reunión y prensa.

Las promesas del nuevo mandatario Egon Krenz de pasaportes y visados para viajar al extranjero no acabaron con las protestas y el 9 de noviembre de 1989, en una confusa rueda de prensa, el miembro del Politburó Günter Schabowski anunció que se concederían visados automáticos de salida a todos los ciudadanos que lo solicitaran.

A las 22.00 horas se abría el primer paso en la Bornholmer Strasse y esa misma noche miles de ciudadanos cruzaron el muro hacia el oeste sin visados ni pasaportes, ante una policía desbordada por la situación y sin instrucciones. Después de 28 años, dos meses y 27 días, la frontera de hormigón armado desaparecía y comenzaba el proceso de reunificación de Alemania, que culminó el 3 de octubre de 1990 con el Tratado de Unidad, la disolución de la RDA y la incorporación de su territorio al de la República Federal de Alemania.

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