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Las Damas y El Cobre


Fotografía de archivo que muestra el momento en que eran arrestadas varias Damas de Blanco.
Fotografía de archivo que muestra el momento en que eran arrestadas varias Damas de Blanco.

Van a la Iglesia a pesar de las amenazas y los abusos que padecen, porque tienen la certidumbre de que es la casa de los perseguidos

Lo intentaron con denuedo, represión y muerte. Hicieron todo lo posible porque el hombre actuara en base a una ideología y no por sus sentimientos. Deportaron sacerdotes, persiguieron a los creyentes, cerraron iglesias, discriminaron a todos, en particular a las personas de fe, manipularon y execraron lo que pudiera rivalizar con los valores de la nueva religión en la que Fidel Castro sintetizaba la Trinidad: Dios, Patria y Revolución.

El marxismo fracasó porque cree en un ser humano predecible y eso no es posible ni en los laboratorios. Somos un amasijo de contradicciones, grandezas, mezquindades, altruismo y egoísmos.

El hombre, por sentimiento o convicción, asesina o lo arriesga todo para salvar al prójimo que no conoce. El ser humano es antes que todo un individuo único, producto de sus pasiones únicas, de sus experiencias exclusivas y de un entorno que aunque es todo, a cada uno nos moldea de forma diferente.

Fracasaron, afirmación que no es nueva. Su derrota, a pesar de ser Gobierno, es en todos los ámbitos. La economía es un desastre, la capacidad productiva del país es prácticamente nula, la nación vive de la caridad pública y la nomenclatura para sobrevivir trata con definiciones distintas reeditar prácticas económicas que llevaron a la cárcel en un pasado reciente a miles de personas.

Socialmente el fracaso tal vez ha sido más rotundo. Las cárceles están llenas de hombres y mujeres jóvenes, las promesas de un ciudadano modelo no cuajaron. La corrupción es rampante. El egoísmo, la insolidaridad y la frustración ideológica ha quebrantado el piso del sistema e impide la continuidad de un estado todopoderoso.

Pero su mayor fiasco, el desmentido más grande a la utopía castrista, es la creencia en un sector del pueblo de que existe una voluntad trascendente, una fuerza que supera sus certezas y a la que puede recurrir aún sin poder comprenderla o escucharla.

Las camisas de fuerza solo sirven para los que tienen vocación de esclavo, el individuo libre podrá ser controlado y manipulado una parte del tiempo, pero no todo el tiempo, la voluntad de emanciparse de las cadenas que avasallan, es la mayor turbación de los déspotas.

Esa fe, que muchos no sienten por propias decisiones, es imposible represarla cuando el individuo las asume por su propia conciencia. Eso está pasando en Cuba. Los hijos de muchos de los que se ausentaron, de los que negaron la Iglesia y abrazaron la nueva religión, han vuelto. Se sienten bien en esa casa que los acoge a todos, más allá de la voluntad de numerosos clérigos y la conveniencia de muchos monseñores.

Las vi. Eran decenas. En especial jóvenes. Negras, blancas y mulatas, el crisol cubano. Vestidas de blanco. Entraron a la iglesia con la solemnidad y convicción del cardenal húngaro József Mindszenty y la tolerancia, amor y compromiso con la patria, de Monseñor Eduardo Boza Masvidal. Sentadas. Orando. Se dieron la paz con alegría y esperanzas. Salieron de El Cobre con la flor en la mano, reclamando ternura y compresión, porque es lo que defienden.

Van a la Iglesia a pesar de las amenazas y los abusos que padecen, porque tienen la certidumbre de que es la casa de los perseguidos, de los que por su fe en un mundo diferente, fueron capaces de enfrentar leones y gladiadores.

En ocasiones entran a la Iglesia a escondidas, burlando la vigilancia, como si estuvieran cometiendo un delito que supuestamente las leyes del castrismo no contemplan. Son detenidas y ultrajadas. Sus casas sitiadas.

Siguen los pasos de los que en defensa de su fe en un mundo de muchos dioses y un gran déspota, reclamaban sus derechos a pensar libremente. Por sus prerrogativas como seres humanos, están dispuestas a enfrentar las omnipotentes turbas del castrismo, la vesania de la policía política y la maldad de los que nacieron con un esbirro en su conciencia.

El castrismo es más eficiente en la capacidad de causar terror que los antiguos romanos. En la isla hay incontables coliseos porque las calles y las casas de los opositores son con frecuencia escenarios de los abusos y depredaciones de los chacales del totalitarismo.

Su fe ha convertido el santuario de El Cobre, la Iglesia de Santa Rita, y cualquier templo que frecuenten en la alternativa de la Esperanza. Ellas creen en sus derechos, en los derechos de todos y entre esos derechos está el de creer en Dios más allá de la autoridad de quienes lo nieguen y hasta de quienes mal lo representen.
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