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Pelea de león a hombre, y todo por un bisté


"¡No te lleves mi comida!", parece decir el fatigado león de la foto.
"¡No te lleves mi comida!", parece decir el fatigado león de la foto.

En el Zoológico de Manzanillo las fieras estaban cada vez más flacas y el público se preguntaba por qué.

Dos hombres que trabajaban allí me contaron que la policía de Manzanillo, cuando lograba decomisar una vaca que había sido sacrificada ilegalmente, la llevaba para el zoológico, casi siempre a la tarde-noche.

Al llegar hacían que los cuidadores descuartizaran el animal y se lo echaban a los leones. Una vez atestiguado el hecho (pues de haberse ido antes los leones no cogerían nada) se iban tranquilamente para la Estación de Policía.

Así, los leones estaban cada vez más flacos, lo que llamaba la atención del público.

Lo que no sabían los visitantes, ni los policías, era que en cuanto salían los agentes venían los mismos cuidadores, armados de tubos metálicos, y a golpe de tubazos contra las fieras les lograban arrebatar los trozos de carne.

También me contaron que a los pájaros exóticos les echaban un pienso para su alimentación, y detrás venían los cuidadores recogiendo el pienso en una jabita, tal vez para su cría de pollos particular. Los más grandes estaban siempre desplumados, pues los santeros solicitan grandes plumas para hacer sus "obras", y se las arrancaban a cualquier ave para sacarles algún dinero.

En la jaula del majá de Santa María se daban cita los babalawos, que por un módico precio, pagado a los cuidadores, les pasaban a los interesados el majá por el cuerpo "para quitarles todo lo malo". Previamente este reptil era preparado para las visitas, recibiendo varios galletazos para que estuviera apaciguado durante las ceremonias.

Cuando el cliente del majá era del sexo femenino, le exigían que se desnudara para que el "trabajo" surtiera efecto. Ese momento era esperado por los demás cuidadores, que debidamente agazapados, servían de "testigos" y "controladores de calidad" del evento.

Zoológico de Manzanillo. "La hiena estaba tan flaca que parecía un gato".
Zoológico de Manzanillo. "La hiena estaba tan flaca que parecía un gato".

Cuentan que la hiena estaba tan flaca que se había consumido, y ya parecía un gato, y cuando pasaban muchos días sin que apareciera la apetecida vaca, fruto del trabajo de los llamados delincuentes, empezaban a desaparecer los peces de mar que también allí se exhibían, y que es otro alimento escaso en el mercado cubano.

No es de dudar entonces, leyendo hace unos días en la prensa, las pedradas que los visitantes del zoológico de Las Tunas les propinan a los cocodrilos, o el ron que ofrecen a los monos, o las comidas de todo tipo, básicamente galleticas de dulce que les ofrecen los niños a todo tipo de animales, sean mamíferos o aves.

En Cuba, cuando se trata de carne de res, o de dinero, yo creo cualquier cosa. Aunque sea un cubano fajado a tubazos con un león para quitarle su comida.

(Publicado originalmente en Cubanet el 10/02/2014)

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