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La herencia de Chávez: menos pobres en un país más pobre


Dos hombres conversan en un establecimiento junto a un cartel de Hugo Chávez y Fidel Castro en La Habana (Cuba).
Dos hombres conversan en un establecimiento junto a un cartel de Hugo Chávez y Fidel Castro en La Habana (Cuba).

Hugo Chávez, como en su día Juan D. Perón, fue un militar que sabía mucho de mandar y muy poco de contar.

Hugo Chávez, como en su día Juan D. Perón, fue un militar que sabía mucho de mandar y muy poco de contar. Uno y otro confundieron el socialismo con el quitar al rico para dar al pobre, abocando a sus respectivos países a un empobrecimiento alarmante.

La historia del peronismo y las crisis económicas argentinas las conoce ya todo el mundo. Las del recién fallecido presidente venezolano, también, pero aún se han aireado muy poco. Chávez logró la proeza de reducir notablemente en su país la pobreza, pes en sus 14 años escasos de mandato, logró que se redujera del 50% al 30%, lo que sería una enorme proeza político-financiera… si no fuera por las secuelas que trajo este logro.

El costo de esta mejora social se logró a base de una inflación nacional rayana al 30%. Es decir, sacó de la miseria a la quinta parte del país, a base de empobrecer mucho a todos. Fue así porque en los años chavistas el crecimiento venezolano, del 1.4%, fue uno de los más bajos de todo el Continente, mientras que la deuda pública ascendieron tanto que el pasado mes de febrero el Gobierno se vio obligado a devaluar la moneda nacional.

El bolívar perdió nada menos que un 32% de su valor, el mismo porcentaje en que crecieron los ingresos estatales por las exportaciones y que representa también el porcentaje en que cada venezolano pierde poder adquisitivo.

Probablemente, ni el mismo Chávez ni su mano derecha y sucesor designado – Madero – se percataron del precio de sus hazañas sociales porque se llevaron a cabo con un fuerte viento de popa : El precio del petróleo, que es la mayor y casi la única riqueza explotada de Venezuela, pasó de los 10 $ por barril en 1999, cuando Chávez tomó el poder, a los casi 100 $ actuales ,

O quizá se percataron, pero la política radical-populista emprendida por el chavismo ya había reducido tanto el campo económico de maniobras del Gobierno que no tuvo más salida que ir incrementando más y más su dirigismo de la economía nacional hasta desembocar en la nacionalización de las mayores fuentes de riqueza de la República. “Petróleos de Venezuela”, un millar de las empresas más productivas del país ,así como cuatro millones de hectáreas de tierras fértiles, pasaron a control estatal.

Ahora, los desembolsos internos y externos del régimen superan de largo los ingresos fiscales, de forma que el chavismo tuvo que aplicar en su propio favor lo de quitar al rico para dar al pobre. Y ahora, entre los pobres, está el propio gobierno venezolano.

Un problema de este intervencionismo económico es que se hace desde el poder con pocos o nulos conocimientos empresariales, lo que no es un fenómeno nuevo, pero sus resultados en otros países están a la vista de todos. Es lo que causó la quiebra de la URSS o de Corea del Sur. En la Cuba de Fidel Castro, muchos creen que las rectificaciones dictadas por Raúl Castro tratan de salvar al país de esta misma ruina.

China es una excepción pues, si bien el poder está en manos del Partido Comunista, su economía no ha corrido esta suerte porque los dirigentes pekineses entendieron correctamente lo sucedido en la URSS y lograron hasta ahora un maridaje satisfactorio de la economía de mercado con el monopolio del poder político.

Con las nacionalizaciones chavistas no sucedió lo mismo que en China. La industria petrolífera venezolana nacionalizada y dirigida por fieles políticos y no por técnicos petroleros, rinde un 20% menos que en los tiempos en que “Petróleos de Venezuela” era una sociedad anónima. Tampoco las demás empresas expropiadas alcanzan la rentabilidad de su época de empresas libres.

Pero los sucesores inmediatos de Chávez podrán contar con cierta “tolerancia mercantil” para Venezuela, pues se trata de un gran mercado importador y, mientras la quiebra no se produzca, todo el mundo querrá estar presente para llevarse su parte de ganancias. Y esto facilita créditos bancarios y tolerancia políticas.
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