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"Mr. Gorbachev derribe este muro"


Fotografía de archivo del 12 de junio de 1987 que muestra al por entonces presidente de Estados Unidos Ronald Reagan (c) y al canciller alemán Helmut Kohl (a la derecha de Reagan) durante una ceremonia en el lado oeste del Muro de Berlín (Alemania), frent
Fotografía de archivo del 12 de junio de 1987 que muestra al por entonces presidente de Estados Unidos Ronald Reagan (c) y al canciller alemán Helmut Kohl (a la derecha de Reagan) durante una ceremonia en el lado oeste del Muro de Berlín (Alemania), frent

En el Departamento de Estado y el Consejo de Seguridad Nacional se oponían a que el presidente Ronald Reagan le pidiera a Mijail S. Gorbachev que echara el Muro de Berlín abajo.

Cada presidente ha tenido una frase que lo ha llevado directo a la historia. Nada de 4 u 8 años de presidente para analizar sus resultados. John F. Kennedy pidió que pensaran lo que podían hacer por el país, no lo que el país pudiera hacer por ellos. George W. Bush dijo que la misión estaba cumplida en medio de la guerra. Clinton juró no haber tenido sexo con “esa mujer”.

Todos fueron momentos importantes para el país, relevantes para los Estados Unido. Pero Ronald Reagan será recordado por una expresión que cambió el mundo: "Mr. Gorbachev derribe este muro".

El 12 de junio de 1987, ante 20 mil personas frente a la Puerta de Brandenburg, en el sector de Berlín Occidental Reagan lanzó su pedido que rompía todo protocolo. Lo hizo ante el canciller alemán Helmut Kohl, el alcalde de Berlín Occidental, Eberhard Diepgen y 20 mil berlineses que vivían rodeados de ese muro que se levantó en agosto de 1961.

Funcionarios en el Departamento de Estado, incluido el secretario de estado George Shultz, y del Consejo de Seguridad Nacional se oponían a que Reagan hiciera el llamamiento a Gorbachev. Creían que en Moscú seria usado en su contra por los que no deseaban una relación estable con Washington y los más pesimistas opinaban que era provocador el pedido. En siete ocasiones sacaron la oración del texto cuando era revisado por esas dos instancias.

La administración de la Casa Blanca ponía la línea a petición del presidente. En el auto camino al evento Reagan les confirmó a sus asistentes que la frase se pronunciaría y demostró que podía ir a la mesa de negociaciones con la URSS y exigirle al mismo tiempo respeto por los derechos humanos y la no intromisión en los asuntos internos de otros países.

No fue una declaración de guerra al “imperio del mal” sino un pedido de paz para los alemanes del este y todos los europeos orientales que tenían los tanques soviéticos en su suelo. Para Reagan Berlín era un lugar de libertad y democracia.

Fue claro al poner como ejemplo que el muro iba desde el Báltico hasta el sur y era símbolo de un régimen totalitario. Cada hombre es un alemán, separado de su compatriota, reconoció Reagan.

La diferencia entre los sistemas, recordó Reagan, no es por la cantidad de armas acumuladas, ni por la tecnología armamentista, sino por la libertad y la democracia de los sistemas.

Aquel discurso fue la base de todos los acontecimientos posteriores. Es esencial a la hora de entender el fin de la Guerra Fría, de comprender la historia contemporánea de Europa, desde la etapa del Plan Marshall, pasando por el discurso de JFK y toda la política de Ronald Reagan con relación al bloque socialista.

Más que profético, fue un discurso para la acción y una acción que a la larga tuvo éxito. En Noviembre de 1989 el muro se venía abajo.

Seguirá siendo recordado como un discurso de cambio, con ideas precisas y simples, que se convirtieron en realidad – el Muro de Berlín ya no existe.

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    Álvaro Alba

    Historiador y periodista especializado en temas de Europa del Este y la ex Unión Soviética. Máster en Historia por la Universidad Estatal de Odesa, Ucrania. Premio Emmy 2017 (Emmy Award) en la categoría de Documental Histórico.

    Ha publicado en ABC, Diario de Las Américas, El Nuevo Herald, entre otros. Actualmente trabaja en MartiNoticias.com. Autor de Castro y Stalin, almas gemelas (2002); En la pupila del Kremlin (2011) y Rusia: la herencia del estalinismo (2012). Es Asociado Principal de Investigación (Senior Research Associate) del Centro de Estudios Cubanos (Cuban Studies Institute CSI) de Miami y miembro de la Asociación para Estudios Eslavos y del Este de Europa (ASEEES).

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