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Cubanos contra cubanos: gobierno estimula la cizaña contra los boteros


"Almendrones" americanos en las calles de Cuba
"Almendrones" americanos en las calles de Cuba

Una de las estrategias adoptadas por las autoridades de la isla para impedir la unidad de los ciudadanos en contra de las políticas gubernamentales ha sido echar a pelear a unos cubanos contra otros.

Un ejemplo de ello lo observamos en 1980, a raíz de los acontecimientos en la Embajada del Perú y la posterior salida de cien mil personas por el puerto de Mariel rumbo a las costas de la Florida.

En ese momento el castrismo quedó estupefacto ante la evidencia de que tantas personas quisieran abandonar el “paraíso socialista”, y no halló otra salida que declarar como escorias y delincuentes a todos aquellos que emigraban. En ese contexto las autoridades organizaron los tristemente célebres mítines de repudio, mediante los cuales los incondicionales del régimen la emprendían a golpes y maltratos contra quienes que se marchaban.

Después, en los años 90, fueron creadas las brigadas de respuesta rápida con el objetivo de que los simpatizantes del gobierno pudieran reprimir la más mínima manifestación contestataria por parte de la población. Estas brigadas han devenido en un cuerpo profesional dispuesto a movilizarse a cualquier hora y en cualquier parte, aun si desconoce a los represaliados. Particular destaque han tenido estos brigadistas en las golpizas propinadas a las Damas de Blanco.

Y, por supuesto, esa política de azuzar a unas personas contra otras no podía faltar en momentos como los actuales, cuando otro Período Especial se anuncia en el firmamento.

Tras el anuncio del General-Presidente de que el país enfrentaría dificultades económicas en el segundo semestre del año, y la dificultad de muchos choferes para adquirir combustible, algunos transportistas privados elevaron las tarifas de viaje. Ante la imposibilidad de mejorar el servicio estatal y no poder competir con los privados, el gobierno habanero optó por topar los precios del pasaje al nivel que estaban antes del discurso de Raúl Castro, y brindar un número telefónico para que las personas denunciaran a los choferes “infractores”.

Los días transcurridos han corroborado lo que casi siempre sucede cuando se topan los precios por decreto: sobreviene la escasez, manifestada en este caso por la menor presencia de taxis particulares en las calle habaneras, con el consiguiente tumulto o larga espera cada vez que los agobiados pasajeros precisan de tomar un auto de alquiler.

Además, la nueva situación se presta para que pasajeros inescrupulosos hagan de las suyas. En su edición del 21 de julio, el periódico Juventud Rebelde (“Un alerta saludable”) publica la queja de un taxista privado que se vio afectado por el comportamiento de una señora que, al parecer, aplicó aquello de que “a río revuelto, ganancia de pescadores”.

La pasajera, que transitó un itinerario usualmente valorado en 20 pesos, pagó solo cinco pesos al bajarse del vehículo, y le dijo al chofer que si le exigía más dinero lo denunciaría al referido número telefónico.

El chofer, por su parte, decidió llamar a ese número telefónico para informar de la anomalía que había sido víctima, y recibió por respuesta, ¡increíblemente!, la advertencia de que si algún pasajero lo denunciaba le sería retirada la licencia para ejercer como transportista por cuenta propia. .

Una vez más los gobernantes crean las condiciones para que crezca la cizaña entre los cubanos.

Un artículo de Orlando Freire Santana publicado en Cubanet

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